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El Recuadro   

 El fútbol será sin goles

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Tres progres en espantá

ESTABA viendo el debate de «La Nuestra» (de ellos) sobre la mal llamada Memoria Histórica, vamos, la Media Memoria Histórica, cuando se me pararon los pulsos y empecé a oír a Marifé de Triana:
Miedo, tengo miedo...
¿Miedo de quererte, verdad de la Historia? No, miedo de aquellos tres emberrenchinados progres profesionales. Miedo de la violencia pasada de fecha que representaban, media España contra la otra media. La media España que ejerció de verdugo y la media España que fue víctima en la zona republicana de la guerra civil. Yo no vi a los milicianos de las barricadas de San Marcos y San Román en julio del 36, pero seguro que en sus ojos y en sus voces no había más odio que en los de estos tres profesionales de la progresía. ¿Han visto la vena famosa del cuello de María Patiño, cuando le hierve el agua del radiador con la farfolla rosa? Bueno, pues la vena de María Patiño era versallesco guante de seda al lado de la triple papada gorda de la papisa de la progresía inflada con su violencia verbal, su odio reconcentrado, su mala baba contra todo lo que sonara a verdad, a libertad, a democracia y a educación.
Y tres progres, además, de Madrid, traídos previo pago de su importe, con el dinero de todos los andaluces. ¿Es que aquí en Sevilla no hay quienes defiendan desde justísimas posiciones de izquierda la verdad de la Historia con rigor y sin odio? En vez de gastarnos el dinero en traer a tres paniaguados del felipismo antes y del zapaterismo ahora, ¿por qué no invitaron al profesor Alfonso Lazo, que no creo yo que sea un facha, y que sabe de la verdad de la Historia Contemporánea y de República, guerra civil y postguerra en Andalucía siete mil millones de veces más que esta tríada de virtuosos del incienso al poder, de estos vociferantes e insultantes turiferarios del Gobierno de Madrid y de su ancilar Junta de Andalucía?
¡Qué forma de manipular la Historia! ¡Qué manera más absurda de tirar por la borda la reconciliación que tanto trabajito y tanta renuncia de tantos costó después de 1975 y hasta la Constitución¡ Y qué terrible espectáculo de las más refinadas técnicas de Goebbels. Si había algún fascista en el plató, eran los fascistas de izquierdas. Bueno, de izquierdas... ¡Que dicen ellos que son de izquierdas, pero que arrimados al perol viven como marqueses, a costa de darle a la manivela del manubrio del ludibrio a mayor honra y gloria de lo que vaya haciendo falta! De menos hizo Dios a los periodistas de camisa azul de la Prensa y Radio del Movimiento, algunos de ellos hasta padres de ministra actual. El famoso Pistolitas era menos violento y más liberal que estos tres progres oficiales que, para más escarnio, tuvimos que importar de Madrid, como si aquí no hubiera estabulados progres en plantilla que lo hubieran hecho por lo menos con más gracia y sin infundir tanto pánico.
¿Por qué se mosqueaban y por qué dieron la espantá? Porque son incapaces de dialogar. Porque Joaquín Moeckel les recordó a los curas que mataron en la guerra (en Sevilla mismo, tras las barricadas). Porque el director de «Ecclesia» les citó a los seminaristas que perdonaron a sus asesinos antes de que los fusilaran...sin juicio previo. Porque Curri Valenzuela e Ignacio Villa les recordaron que esta ley malvada y absurda ha abierto sin ninguna necesidad heridas más que cicatrizadas. ¡Para qué lo dijeron! Matizo en este punto lo que se ha dicho que era la derecha frente a la izquierda. No: eran unos profesionales de la Manipulación y la Mentira frente a unos señores que se dedican cada uno a lo suyo y que ponían sobre la mesa sencillamente la Verdad, Que es la que les levanta ese odio espantoso, que aterra. Dieron la espantá porque son estalinistas, y les hubiera pedido el cuerpo mandar a la Cheka de Bellas Artes, que es de la casa, a más de uno. Y como son profesionales de la manipulación, y como a la moderadora le caía divino el modelito, pero anchísimo su cometido, pues al final los que insultaban y vejaban las ideas liberales de los demás fueron presentados como los ofendidos. «La Nuestra», ¿de quién? «La Nuestra», ¿de qué? Rafael el Gallo daba las espantás con más arte. Y Hitler manipulaba la verdad con más estilito y agrado, que diría El Beni.
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