ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC, 7  de noviembre de 2007                 
                                
 
Yo quiero ser caballa

 

La lluvia en Sevilla no es ninguna maravilla. Maravilla, maravilla, lo que se dice maravilla, con los tiempos que corren, si es que quieren reciclar la rima, los Reyes en Melilla. O en Ceuta. En la España más España. Maravilla... y envidia. Me ha dado envidia de Ceuta, achares de no vivir al pie del Hacho. Yo de mayor quiero ser caballa. Pero no caballa gaditana con piriñaca, que tampoco viven malamente, como las mojarritas en la Caleta, sino, al otro lado de la mar de la Cuna de la Libertad, caballa de Ceuta. Los ceutíes se llaman a sí mismos, y a mucha honra, caballas. Y más a orgullo tienen ser españoles. Yo le aplicaría ahora a aquella tierra que una vez me enseñó amorosamente, palmo a palmo, el senador socialista Antonio Rallo, la frase que Blas Infante dedicó a Andalucía: «La España más España de todas las Españas».
-Es menester ver, maestro, que para poder encontrarnos con España tengamos que coger el ferry en Algeciras...
Así son las cosas. Si hubiera un Libro Español de los Récords, Ceuta y Melilla deberían figurar con todos los honores. Son las dos únicas ciudades españolas donde puedes sacar tranquila y orgullosamente la bandera nacional sin una consecuencia y sin una condición:
1. Sin que te llamen facha.
2. Sin que juegue la selección nacional de fútbol.
Así nos gusta ver a nuestros Reyes a algunos que somos monárquicos por razones estéticas e históricas: llegando a las ciudades engalanadas hasta la corcha con banderas nacionales, rindiéndoles honores la tropa, sonando la Marcha Real y el repeluco antiguo y alfonsino de «El Abanico». Y con la gente aplaudiéndolos y vitoreándolos como ya sólo se aclama a los «cracks» del Real Madrid o a las triples canastas de la selección de baloncesto.
¡Qué maravilla los Reyes en Melilla y en Ceuta! Y qué pena de esta España donde los Reyes, así, ejerciendo de Reyes, ni a soñar que nos echemos pueden ir de visita oficial no digo ya a esos trozos de España que se llaman Cataluña o Vascongadas, sino hasta un cierto Madrid, porque a la vista está que cuando la Castellana se llenó de banderas de España, a los que las llevaban les dijeron de todo. ¿Será que al igual que una vez, cuando a los de las pateras se les fue la mano y llegaron hasta Asturias fue Covadonga lo único que quedó de España, y como otra vez, cuando los gabachos napoléonicos descubrieron el jamón y el fino La Ina fue Cádiz lo único que quedó de España, ahora lo único que nos queda de lo que entendemos por España son Ceuta y Melilla?
Porque han ido los Reyes a esas ciudades, españolas desde muchos antes de Rege Carolo, y se ha mosqueado el primo de Zumosol de la pastela y el cuscús. ¿Y qué? Es lo normal. Lo malo no es que se mosqueen los vecinos de la morisma cuando los Reyes van allá por tierra española, allá por tierra africana, donde un soldadito español de esta manera cantaba... Lo malo es que si los Reyes hubieran hecho eso mismo en Cataluña, el cabreo del siglo se lo hubiera cogido Mojamed Carod. Y si hubieran ido de esta misma manera a las Vascongadas, menuda marcha verde hubiera organizado Mojamed Ibarreche. Qué maravilla de Ceuta, qué portento melillense, que puedas sacar con toda libertad la bandera constitucional de España y colgar con ella tus balcones sin que los vecinos del bloque te señalen como facha y te digan que cuidadín, que a tu hija, la que está colocada en la Junta, puede que no le renueven el contrato...
¿Y la maravilla de los retratos de los Reyes puestos en los escaparates, como en las Monarquías Parlamentarias europeas consolidadas? ¿Y la gente llevándolos en las manos? Pero no para meterles mecha ni candela, sino para agitarlos y, en todo caso, para faltarles una mijita el respeto metiéndoselos bajo el sobaco cuando llega la comitiva regia. Pero no por nada, sino para tener las manos libres a fin de rompérselas tocándoles las palmas. Como que ni Valladolid, como con Felipe III, ni en el Madrid de Carlos III. Yo pondría la capital de España en Ceuta y Melilla. Los meses pares en Ceuta y los impares, en Melilla. Ahí sí que se puede manifestar con toda libertad lo que dijo Pemán en el Himno de Aviación: «La gloria infinita de ser español».

 

 

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