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El Recuadro   

 El fútbol será sin goles

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


De Barajas a Capbreton

DE diciembre a diciembre, hay que reconocer que en un año hemos avanzado bastante. Descontando, claro está, el papel del almanaque. Las elecciones no estaban tan cerca en 2006 como ahora. En diciembre de 2006, cuando saltó por los aires el estacionamiento de la T-4 de Barajas, y murieron dos inmigrantes, se trató, como saben, de «un accidente». La siniestralidad terrorista, que estaba altita, como los muertos en carretera durante el puente de la Virgen de agosto, o una cosa así. Ahora, como las elecciones están más cerca, y como la banda terrorista se ha limpiado en las cortinas del Estado cuantas veces ha querido y unas poquitas más, ya no es un accidente. Ahora, a menos de 100 días de las elecciones, ZP hace saber que «la ETA no conseguirá nada con la violencia». ¿De verdad que no? ¡Pues anda que no han conseguido nada con la violencia! Pues han conseguido, ni más ni menos, con la violencia de cuarenta años de asesinatos, extorsiones, secuestros, amenazas y coacciones a todo un pueblo, el español de Vasconia, que buscando sabe Dios qué, hubiera un momento en que el Estado se le pusiera de rodillas. ¿O no nos acordamos? Como todas las muertes son la muerte, ¿qué diferencia hay entre la muerte del aparcamiento de Barajas y esta muerte de los servidores de la ley y de la libertad en Capbreton?
Vamos a ver, que yo me entere: el cambio de actitud, el aparente cambio de actitud, de diciembre de diciembre, ¿es porque la ETA rompió la supuesta tregua, o es porque ahora están más cerca las elecciones que entonces, y hay que dar la apariencia de fortaleza, y más estando las encuestas señalando lo que están, aparte del mal comportamiento del jodido pollo en esa inflación galopante que la sueltas en el hipódromo de La Zarzuela (ojú, el nombrecito del hipódromo) y te gana todas las carreras?
Sí, vale, aceptamos la fortaleza del Estado en el cumplimiento de la ley, aceptamos el patatín de la unidad de los demócratas frente a los terroristas y el patatán de que quienes han cometido este primer asesinato de diciembre pagarán por ello. ¿Pero cuántos asesinatos más habrán de venir de aquí a marzo? Y de toda la claudicación anterior, ¿a quién le pedimos cuenta? Sí, ya sé: de todo asesinato de la ETA no tiene la culpa más que la ETA. No voy a ser como aquellos que ya se han olvidado y que andaban por ahí con los retratos de los diputados y lo de «asesinos» bajo su foto. Lo que sí digo es lo que preguntaban los poetas latinos en sus retóricos «ubi sunt». De aquel Proceso de Paz que iba a ser la maravilla de las maravillas, ¿qué se hizo? La culpa de la virtual paralización de los instrumentos políticos, policiales y judiciales en la lucha contra la ETA, ¿a quién hay que apuntársela? ¿Habrían matado ayer en Francia a este guardia civil de haber permanecido en vigor el Pacto Antiterrorista que el mismo ZP propuso un día, de haber seguido aplicándose en todo su rigor la Ley de Partidos, sin sentar a las sanguinarias Nekanes en los ayuntamientos para soltarles la tela de nuestros dineros para que siguieran financiando con ellos su aparato de la muerte?
Sí, sí, vale, grito con vosotros el final del himno de la Benemérita: «¡Viva honrada la Guardia Civil». Pero aquí los guardias civiles han tenido que estar muchos meses tragando quina para obedecer disciplinadamente las órdenes que les mandaban comerse el papel de los dos versos anteriores a ese escalofrío del remate final. «Viva España, Viva el Rey,/ Viva el Orden y la Ley». Aquí ha habido unos vivales que han ordenado a los guardias civiles que permitiesen que se salten el orden y la ley y que miraran para otro lado, para que no les fastidiara nadie el triste jueguecito demagógico del Proceso de Paz de la Señorita Pepis... o de la Señora Sonsoles. Si los que negocian son los negociantes, aquí ha habido unos despreciables negociantes de la paz que hicieron sencillamente almoneda de España para tratar de ganar las elecciones y perpetuarse. Al cambio, como lo de Hugo Chávez, pero sin referéndum. Aunque también con divisa roja: rojo de la sangre de las víctimas que fueron olvidadas en beneficio de los verdugos. A un año de Barajas, a un día de Capbreton, conviene no olvidarlo ni caer en la trampa de tanta Memoria Histórica frente a tanta interesada Desmemoria de la Indignidad Frente a la ETA.
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