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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


El chisme, nueva Fiesta Nacional

APRENDÍ la palabra, como tantas otras tan gaditanas, de Pemán. En su obra teatral «La viudita naviera». Que vi muchísimas veces, por Analía Gadé y Juan Carlos Thorry. Yo creo que he visto «La viudita naviera» más veces que mi paisano Alfonso Guerra «Muerte en Venecia», que ya es decir. Total, muerte en Venecia o vida en Cádiz, primas hermanas, serenísimas ciudades que se casaron con la mar y que la mar las dejó, como a la Cuna de la Libertad, viudas.
En «La viudita», Pemán sacaba a una chirigota a modo de coro del teatro griego. Harto de traducir a Esquilo para José Tamayo en el teatro romano de Mérida, Pemán decidió hacer teatro griego con la vida cotidiana del Gades del XIX. Que narraba una chirigota que en la ficción teatral se llamaba «Los Chismosos» y que en la vida real era nada menos que la comparsa de Paco Alba. «Los Chismosos» se presentaban así: «Somos los chismosos / que saben más chismes / en esta ciudad, / sabemos las cosas que pasan, / y las que van a pasar, / y las que nunca pasaron, / ni pasarán». Y en esta copla daba Pemán una definición del chisme que, como todas las de su propio Diccionario de la Guasa Gaditana, superaba ampliamente la entrada de DRAE. Para el DRAE, chisme es «noticia verdadera o falsa, o comentario con que generalmente se pretende indisponer a unas personas con otras o se murmura de alguna». Pemán lo solucionaba con la genialidad de una imagen poética: «El chisme es como un jazmín que se convierte en palmera».
Bueno, pues el jazminero de los chismes de España lo tenemos convertido en tal palmeral, que ríete tú de Elche. Del palmeral de los chismes viven las televisiones. Cronista de la Corte hay, que mucho presumir de no ser cortesano pero que supera ampliamente a «Los Chismosos» pemanianos. Es más de chirigota todavía: sabe las cosas que pasan, las que van a pasar, las que nunca pasaron ni pasarán y las que por co...ronas tienen que pasar, para que él siga haciéndose rico potrico en su chismorreo pseudomonárquico de los platós que le llenan el plato. Esto por la parte de los palacios. Que por la de las cabañas, ni te cuento. Toda pelandusca que se pasó por la piedra a futbolista de tronío o torero de fama alcanza inmediatamente la calificación de famosa. Cría fama y échate a dormir, no. Tras yacer con famoso, échate a recorrer platós cobrando, que te harás rica, rica.
El chisme es una industria nacional de la que viven las televisiones privadas, con profesionales de la conversión de jazmines en palmeras no dactilíferas, sino euríferas y auríferas, generadoras de fortunas para sus bolsillos. Si al menos hubiese un cortafuegos de la mierda (por decirlo con palabra de Hugo Chávez) en las televisiones públicas... Pero la antigua televisión-basura, convertida en una mierda de televisión con programas de mierda, es también el fin escatológico (y nunca mejor dicho) de las televisiones publicas. Empezando por TVE. Que según el mandato parlamentario con nombre de presidente filipino paisano de la Preysler, el Mandato-Marco, acaba de suprimir toda partida económica para la Fiesta Nacional. Ea, aquí de toros no sale ni el del coñá, porque la publicidad del brandy de Jerez también está prohibida.
Bien mirado, hacen bien los del Mandato-Marco al mostrarnos el verdadero cuadro de la colectiva degeneración moral de España. La Fiesta Nacional ya no son los toros. La nueva y verdadera Fiesta Nacional es el chisme, el cotilleo, el espectáculo de desvergüenza en el que se suelen llamar del corazón a los asuntos de la entrepierna y de la absoluta falta de moral. Antes, para hacerse ricos, los chavales querían ser toreros. Ahora, para hacerse ricas, las chavalas se acuestan con un torero, que les hace una barriga y ya están toda su vida viviendo de contarlo en la tele. Privada o pública, da lo mismo. No sé de qué protestan los taurinos. La verdadera Fiesta Nacional no son los toros: es el famoseo del corazoneo tomatero. Del «pan y toros» hemos pasado a «televisión y corazoneo». Eso es lo que enajena al pueblo, para sosiego de gobernantes. El único problema va a ser como el Mandato-Marco prohíba también que esos hombres-anuncio llamados «toreros mediáticos», en cuanto toreros, salgan en la para ellos rentabilísima boñiga ambiente del corazón de verano y corazón de otoño, pero siempre corazón de mierda.
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