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El Recuadro   

 El fútbol será sin goles

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


El cartel del ojú

Cartel de Miguel Barceló para anunciar la temporada taurina de Sevilla en 2008. Fotografía gentileza de "La Sevilla Que No Vemos", de Julio Domínguez Arjona

 

 
Si Manolo Roca todavía fuera teniente de hermano mayor de la Maestranza, luchando tanto por aferrarse a la vida como en sus últimos años, y hubiera sacado esta birria de cartel taurino de la brocheta de toro, pinchado como una aceituna, por razones caritativas y humanitarias yo diría ahora que me encanta el cartel de Barceló. Pero como al pobre Conde de Luna le dijimos adiós una fría mañana de las Atarazanas con el impresionante rito de la Hermandad de la Caridad, y como el teniente de la Maestranza es ahora don Alfonso Guajardo-Fajardo y Alarcón, que está más sano que un roble y además es un caballero que va en la vida por derecho, solemnemente le repito la frase de costumbre ante cada nuevo cartel de la temporada taurina, esa coartada de la modernidad en la que los maestrantes se gastan una millonada para que no les digan que son unos carcas, sino mecenas de la vanguardia. La frase que les suelo decir a los tenientes de la Maestranza cuando tienen una salud de hierro:
— ¡Vaya mierda de cartel, Alfonso!
Hasta ahora los carteles de la Real Maestranza eran una mierda vanguardista pinchada en un palo. Este llega a más: es una mierda vanguardista pinchada en una flecha, y en forma de toro. Ya hay teorías interpretativas. Quiénes afirman que es una brocheta de cucarachas muy mal despachada. Quiénes sostienen que es parte de la Memoria Histórica: la única flecha que quedó del yugo y las flechas de la Falange, con un toro de la ganadería de Sancho Dávila, que la fundó en Sevilla. Quiénes aseguran que es un toro atravesado por la flecha de Cupido. Quiénes mantienen que es el carnero de la Legión de luto.
Hay ya estas teorías, y más que vendrán. Hasta que un sevillano le ponga el nombre definitivo al cartel, lo clave con una palabra o una frase, como el del Yogur con Dos Moscas o el Chuletón de Ávila. Y no hay una teoría, sino una práctica tristísima: que los antitaurinos deben de estar a estas horas tirando cohetes y soltando palomas, porque en su anual coartada de la modernidad, los maestrantes les han dado este año hecho el mejor cartel contra la Fiesta Nacional. Ese cartel que sacan los antitaurinos del toro con una estocada demasiado delantera sangrando por la boca es angelical al lado de esta crueldad donde el gachó que estropeó la Catedral de Palma de Mallorca y que ha cobrado la morterá ni siquiera ha puesto «Plaza de Toros de Sevilla» ni «Real Maestranza» ni nada, que para eso es un genio, y no la Imprenta Raimundo. Este cartel repugna a la vista. Es de los que no hacen afición bajo ningún concepto. Nosotros los aficionados defendiendo la Fiesta por razones culturales, argumentando con Picasso, Goya y García Lorca, y vienen los maestrantes y me sacan un cartel que parece que lo ha pintado Carod Rovira o uno de los catalanes que quieren cargarse la Fiesta por española y por crueldad con los animales.
Y para más guasa, amarillo. Ese cartel lo pagamos usted y yo, abonados apoquinantes de la plaza de los toros. Ese cartel contra la Fiesta, que la desprestigia, que le da razones a sus enemigos, se ha pagado con los millones que le deja al Real Cuerpo propietario del coso del Arenal el porcentaje de pisoplaza que cobra de todos los que pasamos por taquilla. ¡Con lo claro que lo tiene el conserje de la Maestranza! Lo contaba ayer ese periodista de alta velocidad y largo recorrido que es Alberto García Reyes, en su finísima crónica de la presentación del cartel de Barceló(ná). Al ver el cartel, el conserje se pegó el mismo susto que se pegaría el teniente al desembalarlo por la mañana. Sólo que el conserje, cortito de ojana, lo dijo:
—¡Ojú, esto parece lo que pintan en las cuevas!
En nombre de los apoquinantes aficionados que con nuestro porcentaje de pisoplaza pagamos cada año el mamarracho de cartel, pido que la próxima vez no lo elijan ni el teniente ni la junta, sino el conserje. El conserje del «ojú» es el que tiene las ideas más claras en la Real Maestranza y además no se avergüenza de lo que es y significa. ¡Como no tiene que buscarse la coartada de la modernidad para que no le digan carca...!
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