ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Ojú, el del bonobús

LES propongo un entretenido juego de sobremesa, un Trivial Pursuit a modo de silogismo. Que dice:

En las democracias, la oposición controla al poder. Ejemplos: Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania.

En las dictaduras, el poder persigue y extermina a la oposición. Ejemplos: Cuba, Marruecos, Venezuela.

Y aquí viene el entretenido juego de sobremesa, cuando a modo de pulpo como animal de compañía se pregunta:

¿A cuál de estos dos modelos se parece más España?

La respuesta no está en el viento, que eso es de Bob Dylan, y Bob Dylan no es de los cómicos nuestros, ni ha ganado el Oscar ni nada. La respuesta está en las agresiones a María San Gil, a Rosa Díez, a Dolores Nadal, a Güemes, a Granados. La respuesta está en esas boquitas de Rubalcaba o de Pepiño o de los compañeros del pesebre del Círculo de Bellas Artes, largando fiesta contra la oposición desde hace cuatro años y redoblando ahora su rufar. Contra cierta oposición, claro.

Ah, porque eso es otra divertida hijuela de esta curiosa democracia española, donde el poder utiliza todo el aparato del Estado no para defender los derechos de las minorías, sino para perseguir y dejar fuera de campo, de cacho y de sitio a la oposición. Oposición, oposición, lo que se dice oposición, en la última legislatura sólo la ha ejercido, dentro de sus posibilidades, el PP. Y el respeto a esa minoría, tararí que te vi. Los otros mal llamados partidos de la oposición, mediante el Pacto del Tinell y el chantaje de sesión continua de los separatistas, así como el arrimamiento al perol de los antiguos comunistas, en realidad han formado parte del entramado del poder. Dime cómo te persigue el poder y te diré qué clase de oposición eres. Con lo cual hemos llegado a la paradoja, ¿quién me compra este misterio?, adivina, adivinanza, de que aquí el único partido minoritario de la oposición tiene diez millones de votos, mientras que, como en el caso de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Sevilla, hay quien con sólo 25.772 votos toca poder, y cargo, y poltrona, y la tela marinera, y la morterá, y coche oficial, y Visa Oro, y facturas de restaurantes, y dietas para ir a Cuba a ver a los compañeretes y aprender quizá nuevas técnicas para perseguir a estos contrarrevolucionarios fachas, carcas y rancios de la oposición.

La respuesta no está en el viento, que eso es de Bob Dylan, y Bob Dylan no estuvo llamando «asesinos» a los del PP en la calle Génova, ni se puso la pegata del «No a la guerra» en los premios Goya, ni ná. La respuesta está en el debate de antier noche. ¿Observaron bien a Zapatero? ¿Observaron bien a Rajoy? ¿Quién controlaba el ejercicio del poder? ¿Quién lo ejercía? El que oficialmente ocupa el poder, el de las Uvepeós, se dedicó todo el tiempo no a cantar las glorias benditas que han hecho desde el Gobierno y a desmentir los embustes de que lo acusaban en su claudicación ante una banda de asesinos terroristas. No, se dedicó todo el tiempo o bien a poner la tienda de antigüedades y a vendernos la cornucopia del «Prestige» y la jamuga de la guerra de Irak, o bien a aniquilar a la oposición, como vienen haciendo desde hace cuatro años. A esta oposición, porque el resto de la oposición, la que sobre el papel debería serlo, los ex comunistas y los separatistas, son, como saben, gloria bendita. Y quien, por el contrario, defendió un programa de gobierno en materia de inmigración, de enseñanza, de contención del precio del cartón de leche Pascual y de la docena de huevos, y habló del subidón de las hipotecas fue el que titularmente era el de la oposición. Vamos, el tío del bonobús. Ojú, el del bonobús.

Digo lo del bonobús porque ahora es cuando de verdad, celebrado el partido de ida en la final de copa (de llena ahí esa copa, que lo vamos a celebrar), es cuando el poder le va a dar a la oposición hasta en el cielo de la boca, en el carné de identidad y ni te cuento en el bonobús. A los otros nadie se atreve a darle en la Visa Oro, pero verá usted la que le van a liar a Rajoy con el bonobús, en esta campaña electoral absolutamente preocupante desde el punto de vista de los más elementales rudimentos de la democracia. Otra vez la campaña de «¡Todos contra el PP, heterosexual el último que no llame fachas a sus diez millones de votantes!». Ojú, la que le espera al del bonobús.

 

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