ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Caso Mari Luz, Gobierno de España

AQUÍ está pasando algo. Algo ha cambiado desde el 9-M. ¿Pues no que a estas alturas del escándalo social y del miedo ante la inseguridad jurídica no ha salido todavía un Pepiño Blanco que diga que la culpa de que un pederasta haya asesinado a la pobre niña Mari Luz la tiene Aznar, porque no cambió no sé que leyes cuando tenían la mayoría absoluta? Me extraña que el nuevo Gobierno no le haya dado la vuelta al calcetín del caso Mari Luz, con esa refinada técnica de propagandística negación de la realidad que hay que reconocer que dominan como nadie, para que al final el responsable último de los errores del Gobierno sea siempre la oposición.

Algo sí han conseguido, y plenamente: que nadie hable de responsabilidades políticas en este terrible crimen. En el despacho del juez Tirado faltaban funcionarios porque no los puso la Junta de Andalucía: vamos, Chaves, que tiene las competencias. Pero, ah, nadie dice nada. El mismo Chaves que se gasta todos los días cientos de miles de euros en propaganda y publicidad no tiene dinero para poner un funcionario que advierta que un asesino anda suelto, sin cumplir condena.

Hay que mirar el almanaque para explicarse esta maniobra en que se carga todo el peso de la opinión pública contra la parte profesional de la Justicia, como si no hubiera un Ministerio del ramo, con su ministro al frente, sí, Bermejo, el que mientras todos estos hechos ocurrían estaba poniendo de dulce su Villa Pescuezo del piso oficial, «echa vino, montañés, que lo paga Luis de Vargas» (y Luis de Vargas es usted, señor contribuyente). Hay que mirar el almanaque. El pederasta de Huelva tenía que haber estado en la cárcel desde hacía dos años por una sentencia de abusos a una menor, que era, qué horror, su propia hija. Y ahí está el quid de la cuestión. Hace dos años ya estaba en el poder el PSOE; ya eran los nuestros los responsables políticos de esta inmensa descoordinación entre los poderes de Estado con resultado de muerte, de muerte de una inocente niña.

Tomo la moviola y echo a volar la imaginación. Pongamos que a Mari Luz la hubieran asesinado en el 2003, y que su matador hubiese tenido que estar en la cárcel desde 2001. Es que los estoy viendo. Estoy viendo a los tiririmundis de la mangoleta protestando en la entrega de los Goya, poniendo a la gente el corazón en un puño con sus consignas: «Tu hija puede ser la próxima Mari Luz. España no se merece un Gobierno que deja a los asesinos sueltos. Aznar es responsable. ¡Asesinos!». Y esos teléfonos móviles echando humo con los SMS: «El Gobierno es el asesino político de Mari Luz. Pásalo». Y esas terminales mediáticas del PSOE, pegando editorialazos en toda la boca al PP por la descoordinación entre jueces, carceleros y policías. Y ya con el personal calentito, la manifestación «espontánea». Las turbas defensoras de la vida ante el aborto y la eutanasia (¡por aquí!), preocupadísimas ahora por la muerte de Mari Luz y los pederastas sueltos. Y todos, casualmente, autoconvocados, llegando en tropel ante Génova 13, pertechados con una pancartería absolutamente improvisada, en la que llevan miles de cartelones con dos fotos iguales, la de Aznar y la de Santiago del Valle, unidas por un lema: «Los dos mataron a Mari Luz». Y el clamor habitual de la concentración, que se extiende hasta la estatua de Colón, con su coro: «¡Asesinos, asesinos!».

Nada de esto ocurre. ¿Por qué? Porque la responsabilidad política la tienen los nuestros, y los nuestros nunca tienen la culpa de nada. Y como este PP está siempre en Belén con los pastores, pues ya me contarán qué responsabilidades políticas van a exigir, si están todos ocupadísimos en ver desde qué carguete van a seguir pegando el mangazo de sueldo. ¿Qué más queréis, hijos míos del PP, para armar la mundial? Si hasta la Junta de Chaves, según el juez Tirado, es la responsable política de la causa del error, inmenso error judicial... Pero No Passssa Nada. Son unos genios de la propaganda y unos artistas en echar la culpa a otro. Y nadie le pone el cascabel político a este gato encerrado de la boca cerrada. Que sería afirmar sencillamente, tal como ellos alardear suelen en todos sus anuncios: «Caso Mari Luz, Gobierno de España».

 

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