ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


El Borrador...de la Historia

ACUDIÓ la Banda Municipal, que tocó sus alegres tatachines. Y el alcalde Monteseirín dio un sentido discurso sobre los méritos del homenajeado, Fernando Parias Merry. Terminado el acto, descubierta la placa con su nombre en la glorieta donde daba la vuelta el tranvía de Heliópolis, Fernando Parias, el gran alcalde de la Transición, que fue como un Adolfo Suárez a la sevillana, nos convidó a los amigos en el Avelino a una improvisada copa la mar de simpática, con papas fritas de paquete, queso y pare usted de contar. La placa daba a la glorieta el nombre de un sevillano tan franquista, tan franquista, que cuando era alcalde los falangistones de la calle Castelar se la tenían jurada por rojo y monárquico. Tan franquista, tan franquista, que fue el primero que después de 1936 gritó en público «¡Viva Andalucía!», ante los Reyes, en el Patio de la Montería, en mayo de 1976.

Menos mal que, en el «aciertan cuando rectifican», Parias ha sido quitado de las 64 calles de ese Borrador... de la Historia. Porque iba a ser un lío. Pues me imagino que como se trata de revanchismo, el alcalde nos hubiera invitado a la solemne Retirada de la Placa de Parias. Donde no iba a poder tocar la Banda Municipal, pues ya no se dedica a tocar pasodobles en los actos, sino a rescatar la partitura original de la marcha con la que San Fernando entró en La Campana en 1248.

Cuando Fernando Parias nos dio la copita simpática en el Avelino por lo de su glorieta, le dije:

—Fernando, se te ha puesto cara de nomenclátor...

Menos mal que el alcalde ha rectificado, porque iba a tener que decirle:

—Fernando, estos tíos no sólo te han quitado la Glorieta, sino la cara de nomenclátor que se te había puesto.

Como si Sevilla no tuviera problemas más importantes que resolver, hala, a cambiar los nombres de las calles. Lo de Parias era tan indignante como sigue siendo lo de muchos nombres históricos del llamado Borrador, que deberían estar por encima del bien y del mal. Como lo de Mensaque, que la relación con el franquismo que tuvo el pobre fue que los milicianos de Triana le metieron fuego a su casa y lo asesinaron. O lo de Pío XII, que, ya lo saben ustedes, en 1936 no estaba en Roma: entró por la calle San Luis con la Legión, para ver las iglesias que habían quemado cobardemente los rojos, en vez de irse como unos valientes a la Plaza Nueva, a derrotar a los sublevados.

¿Y lo de quitarle la calle al Marqués de Luca de Tena, al sevillanísimo Don Torcuato, fundador de ABC? Don Torcuato, como saben, era tan franquista, tan franquista, que se murió siete años antes de que el Movimiento estallara en la Comisión Geográfica de Melilla. Don Torcuato murió en 1929, aunque a estos ignorantes el rigor de la Historia les da lo mismo. No saben nada de la Historia que quieren reescribir con ellos de vencedores. Quieren quitar por franquista al carlista don Manuel Fal Conde... ¡a quien Franco desterró y vejó! Y al periodista Domingo Tejera, que se batió el cobre contra los falangistas totalitarios en defensa de su Dios, Patria y Rey, razón por la cual Franco le cerró el diario «La Unión», el que dio en portada la foto de la Generación del 27 en el Ateneo. ¿Y cómo le vais a quitar la calle a Miguel Bravo Ferrer, so ignorantes? ¿Es que no sabéis que Miguel Bravo Ferrer fue diputado a Cortes por Sevilla, pero no con Franco, sino en la II República? Un poco de rigor es lo menos que puede exigirse a este Borrador... de la Historia. Que consulten al menos el «Diccionario Histórico de las calles de Sevilla» que editó el Ayuntamiento en 1993.

Y como di la cara frente a Franco en defensa de las libertades, y me la partieron, y estuve en los calabozos de la Brigada Social de La Gavidia, y ante el Tribunal de Orden Público; y como dije del almirante Carrero Blanco lo que había que decir cuando vivía, puedo permitirme ahora el lujo de señalar lo que me parece más indignante de todo. Que los que tanto canguelo tenían cuando Franco estaba vivo le quiten ahora la calle a una víctima de la ETA como don Luis Carrero Blanco. Que sería lo que fuese, pero que nos debe merecer todo el respeto que le otorgamos a los asesinados por la ETA.

 

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