ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


El girasol acaba con el paro

LO dije aplicando las palabras del Príncipe de Asturias sobre el avión de combate Eurofighter y lo repito ahora: «Es la máquina perfecta». ¿El qué? ¿Qué va a ser? La maquinaria de propaganda del Gobierno socialista. Y frente a esta máquina perfecta, que tocan un botón y aquello se pone a funcionar para la inmediata y general conversión de lo blanco en negro, el Coche de los Picapiedra del aparato absolutamente ineficaz de esta oposición incapaz de comunicar nada, como no sean sus lamentables navajeos internos por el sillón y la mamela genovesa. A la oposición le pasa como a un tío muy mal encarado que había por Sevilla, que te decía las cosas desabridamente, como escupiéndote sus palabras en la cara. Se llamaba García. Y le oí comentar a uno:

-Mira, cómo te dirá las cosas García, que te anuncia que te va a regalar cuarenta mil duros y te lo dice de una manera que no tienes más remedio que pegarle dos bofetadas.

El PP, igual que García. ¿Se imaginan que hubiera sido el PP el que nos hubiera anunciado que nos iban a dar 400 euros? Le hubiéramos tenido que dar no las dos bofetadas de García, sino los 400 golpes de Truffaut.

-Tampoco hubiera hecho falta, usted, porque no se habría enterado nadie. ¿No quitaron la mili obligatoria, y como no supieron venderlo no se enteró nadie, y los mismos chavales que se libraron de ir al cuartel eran los que iban por la calle llamando asesino a Aznar?

La máquina perfecta ha funcionado a tope ante los datos de la Encuesta de Población Activa. Encuesta que tiene en sus propias siglas lo que hay que exclamar cuando se conocen sus cifras aterradoras: EPA. Te dicen: «La EPA dice que la cifra del paro es la más preocupante de los últimos treinta años, que hay casi un 10 por ciento de parados». Y para lamentarnos de la que nos viene encima, nos basta repetir las siglas de la Encuesta: ¡Epa!

Pero, ¡epa!, qué bien lo hacen con la máquina perfecta de su aparato mediático. Lo bordan. Como corrían el riesgo de que el ladrillo se desintegrara más todavía y los carritos del supermercado estuvieran más vacíos aún con la aterradora cifra del paro, ¿qué hace la máquina perfecta? Pues abre el cajón de los truenos y aplicando la filosofía del Niño de Marchena, «que la mancha de la mora con otra verde se quita», saca el habitual burro volando para que todos miremos al cielo y dejemos de fijarnos en lo que está pasando en esta tierra donde nadie vende un piso ni nadie tiene dinero para pagar la hipoteca. Cuando salta un tema político o económico escandaloso y preocupante, la máquina perfecta inicia una maniobra de distracción que ríase usted de la estrategia del general Vicente Rojo en la guerra de España. El Ejército del Ebro, chunda, la chunda, la chundachú, el que no da ni quemado agua del Ebro como no sea a los catalanes, ha sacado con la máquina perfecta la habitual maniobra de distracción ante el escándalo del aceite de girasol, en el anuncio de Bernat Soria, ministro del Aborto y la Eutanasia. Mirando las latas de caballa que tenemos en la alacena, si son en aceite de oliva o de girasol, nos olvidemos todos del paro que ha dado la Encuesta de Población Activa. Exclamamos «¡epa!» en el recuerdo del aceite de colza, no en la evocación del crack de 1929, cuando en Wall Street faltaban ventanas para tirarse. Que es lo que nos va a pasar aquí. A pesar del medio millón de pisos sin vender, nos van a faltar ventanas para tirarnos por ellas cuando el paro llegue al 15 por ciento, que llegará, y el aumento del PIB quede en términos absolutamente leperos: 0 grados, ni frío ni calor.

Y cuando se acabe el pánico por el girasol, aunque se hunda el sector oleícola, no se preocupen, que ya tenemos en puertas la próxima maniobra de distracción: el 2 de Mayo. El bicentenario del 2 de Mayo servirá para otra Operación Memoria Histórica. Teresa Fernández de la Vega, de momento, ya se ha puesto del lado de los afrancesados. El alcalde de Móstoles será un facha de mucho cuidado dentro de dos o tres días. Cuando la Batalla de Bailén, naturalmente, sea ganada por los franceses, y a Daoiz y Velarde los quiten del callejero, por franquistas. Y a tomar por saco los garrochistas andaluces, que eran unos señoritos cortijeros del PP y no unos progresistas como los afrancesados de Pepe Botella, que eran de los nuestros.

 

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