ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Los chicos de Preu de 1958

Cuando en 1952 mi madre allí me dejó y me matriculó de Ingreso en el Portaceli del rector Alarcón de la Lastra, aquel primer año que ya estábamos todos los cursos en los cuatro pabellones de la Huerta del Rey y a Villasís sólo íbamos a la misa y al cine de los domingos y a la entrega de premios de final de curso, ellos eran mayores. Pero bastante mayores. Tenían 12 años y estaban en Segundo. Nosotros estábamos en Superior con don Abraham Sabido y ellos ya estudiaban Latín con el Hermano Pascual o Literatura con don Genaro Marcos. Cuando hoy, este sábado de junio de 2008, ellos han vuelto a Portaceli para celebrar los 50 años de su despedida del Colegio, son en cambio jóvenes. Muy jóvenes. Medalla de congregantes. Cantan el himno: "Corazón Inmaculado/ que nunca podré olvidar,/ Virgen que como un lucero,/ me alumbras desde ese altar./ Bajo tu manto sagrado,/ mi madre aquí me dejó..." Estamos en el albero, formados por curso, con nuestros uniformes azul marino de corbata negra, y el Príncipe del Colegio, José María Casas Ayala (¿se irá al Noviciado del Puerto?) lee la consagración a la Virgen. Conmigo, allí, en la emoción de la despedida de los de Preu están los de mi curso, Fernando Acedo, Andrés Ollero, Diego Limón, Agustín Valera, Manolo Fombuena, y suena el armónium de don Antonio Pantión. Carrasquilla el bedel y Pepe el Gordo el administrador han dispuesto las escalerillas para la foto, que acaba de hacernos la cámara de Luis Arenas, el padre de los Arenas. Sí, veo ahora en el recuerdo, ay, que los viejos somos nosotros, que los de Preu que se despiden, el curso de Antonio Abascal Romero, y de Miguel Ángel Yáñez Polo, y de Julio Artillo González, y de José Manuel Tassara Llosent, los que ahora están con el padre Hirschfeld, ésos sí que son jóvenes, porque todos tienen 17 años y resuena la estrofa del himno hasta los gratuitos: "Se pasó como un sueño mi niñez".

¿Seguro, compañeros de Preu que hoy os despedís del Colegio, pero cincuenta años más tarde, que "se pasó como un sueño mi niñez"? A mi no se me ha pasado, así que me imagino vosotros también seguís viviendo este sueño, querido José Ramón Fernández Suárez que me invitas a escribir esta redacción para la revista del colegio. A ver si el Padre Herrera la lee en clase, como nos lee a nosotros la curva de ballesta del Duero en la prosa de Ortega y Gasset, junto a la recta del tranvía 25 por el bulevar de Eduardo Dato, con los Pérez Escolano viviendo allí frente, en la ONU, y con el viejo patio de Villasís en el cine de los domingos o de la noche de la nevada, con las niñas Galnares allí arriba en la barandilla, que todos estábamos más pendientes de ellas que de "Murió hace quince años" o que de "El milagro de Fátima".

Vosotros sí que sois jóvenes, los que os vais hoy del colegio, los que vais a hacer en la Universidad el terrible examen de Preu, con Mata Carriazo o quizá con Hernández Díaz, el padre de José María Hernández Gordillo. Sin mirar la foto del curso que os hizo Luis Arenas con el prefecto, el padre José Manuel Benítez Carrasco, os recuerdo a todos. Está Pascual Aparicio Lobo, ya lo quisiéramos en nuestro equipo de fútbol. Está Agustín Aulet Marcos, y el Padre Moreno Aragón gastándole bromas sobre los burros y el salchichón de la fábrica de Carmona. Y está Rafael Carrión, el que llega al colegio con los mejores coches junto con su primo González Carrión; claro, como su padre vende "haigas" en la esquina de Julio César con Marqués de Paradas y los vemos al pasar en El Coco, en el Pegaso SE-21118 que conduce el coloradote Antonio el chófer. Está José Cruz Roche, y Sancho Dávila García de Sola, y José María Gallego Díaz, que sabe quién es Góngora dentro y fuera de clase de Literatura. Y está Jacinto Jiménez Canivell, Campana pura, y Manuel Celis Castro, como un escaparate de trajes de corto en la Plaza, y Ramón Cortés de Haro, de modo que está el Cristina del tranvía de la Puerta Real, y está José Antonio Méndez Caballos, o sea, Fátima, y Manuel Morote Jurado, garganta, nariz y oído, que va a tocar la campana poniendo fin al recreo, y está Cantalgallo con Fernando Robina, y con Juan Romero Laffite pasa el carro de los percherones de la Cruz del Campo, y no sigo pasando lista, porque sé que van a faltar más de veinte, ay, pero no es verdad, nadie se ha ido, todos estamos en el albero, José Ramón, vosotros sí que soy jóvenes, 17 años, y nosotros, los de Superior A, sí que somos unos viejorros.

 

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