ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Mariscada de camarones

CUANDO yo era niño y aún había cartillas de racionamiento, un año del hambre los Reyes de la Cabalgata vinieron tan pobres que tiraban castañas y bellotas envueltas en papel de celofán. Yo cogí uno de esos fingidos caramelos del hambre y me hizo la misma ilusión que uno de menta o de fresa.

-Esto ¿qué es? ¿Un homenaje a su ahijado El Pali, a los veinte años de su muerte, como el hermoso artículo de José María Aguilar del otro día?

No, es una meditación sobre este nuevo Año del Hambre que tenemos encima, que nos lleva al retorno de lo vivo lejano. Igual que en aquella Cabalgata los Reyes tiraban bellotas, la otra noche, en el Patio de los Naranjos del Salvador, Javier Criado, tras tomar posesión como hermano mayor de Pasión...

-¿Hoy no hay guasa con tomate de Obama y los Estados Unidos de Pasión?

No, hoy no hay, porque lo de Obama y lo de Estados Unidos no está hoy en Pasión, sino en el Consejo, después que anoche estuviera la calle San Gregorio con bulla de enviados especiales de la BBC, de la CNN, de la NBC, de la CBS y del IGB (Indice de Gatos en la Barriga, que dice Carlos Navarro Antolín en la competencia), en el mundo entero no se habla hoy de otra cosa. En el Consulado Americano no cesó de sonar el teléfono. A Jerry Johnson lo traían loco. Lo llamaban insistentemente desde la Casa Blanca:

-¿Se sabe ya quién ha salido elegido? Es que Mister Bush tiene mucho interés en ser el primero en felicitar al presidente, de colega a colega.

Y desde La Zarzuela, lo mismo. Alberto Aza, el jefe de la Casa del Rey, venga a dar el coñazo por teléfono:

-Que Su Majestad no hace más que preguntarme si se sabe ya quién ha sido elegido presidente del Consejo...

A lo que iba, y de paso mi enhorabuena al que haya salido elegido presidente de los Estados Unidos Cofradieros de Sevilla. Que la otra noche, en Pasión, Javier Criado inventó lo más apropiado para la crisis: la mariscada de camarones. Algo digno de ser imitado por el Gobierno, por la Junta, por el Ayuntamiento, por las empresas, por los consumidores, por todo el mundo. Dijo ZP que hay que apretarse el cinturón en vista de que no hay crisis, o al menos, como la vergüenza, ellos no conocen esa palabra, pues son los Nolacos de la Crisis. Pero ZP no ha dado trigo, digo, camarones, en la parte práctica de su predicación; al contrario que el doctor Criado. Ha llegado el tiempo de los camarones. Adiós, langostinos de Sanlúcar y cigalas de tronco de las pinceladas municipales, que dice Micer Paco Robles. Si estamos como estamos, las mariscadas han de ser a base de cartuchitos de camarones. No tortillitas de camarones, no, que eso se escapa del presupuesto: camarones en cartuchos de papel de estraza de toda la vida. Meter a un camarón en una tortillita es como subirlo al coche oficial, y está la vida mú achuchá. (Aunque me extraña que sean camarones todos los que dan en las tortillitas. Si fueran de verdad camarones todos los presuntos de las tortillitas, las orillas de Coria del Río tenían que llegar hasta la Patagonia, y el caudal y longitud del Guadalquivir, ser como el Amazonas y el Danubio juntos.)

La mariscada de camarones no debe quedarse en Pasión, Javier Criado. Debemos apasionarnos con los camarones. Y seguir. Tras las mariscadas de camarones, los cócteles a base de chopepó, mortadela de aceitunas y conchitas de altramuces. Y los almuerzos de negocios, en el MacDonnald: una hamburguesa y va que chuta, la mía con mucho quechu. El día que dejáramos de pagar facturones de pinceladas como las que se pegan a costa nuestra los progres de mierda paniaguados del Consejo Audiovisual y los andovas se trabajaran el cartuchito de camarones y la melva canutera, se acababa el problema del gasto público. Aunque, como los chiquillos de aquellas cabalgatas de bellotas y castañas, cantemos la vieja coplilla trianera: «Yo no quiero camarones/porque me dan mucho asco,/porque el tío que los vende/se mea en el canasto». La que se va a mear va a ser la perra, como no contengamos el gasto público y no nos trabajemos el camarón. Nada, de El Cigala hay que volver al Camarón. No de La Isla. De Coria, ¿passsssa algo?

 

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