ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Isla Mágica habla portugués

Hay un lugar de Sevilla donde se habla más portugués que español: Isla Mágica. Ese parque temático donde van mayormente la gente de fuera, porque los sevillanos hace mucho descubrieron que el susodicho parque, más que temático, de tema, es timático, de timo. La mejor Isla Mágica de Sevilla es la Callelinfierno que ponen cuando la Feria, dónde va a parar. En cuanto a la Sevilla de cartón piedra como Puerto y Puerta de las Indias con piratas y galeones que allí montaron cuando quisieron sacar de la ruina el negocio que sigue siendo el sumidero mayor del dinero de las Cajas de Ahorro, últimamente se están haciendo en nuestra ciudad operaciones de tematización peatonal-tranviario-turística que mejoran notablemente el pego y el pastiche de Isla Mágica. La iglesia del Sagrario mismo. La están dejando tan de tarta del escaparate de la pastelería La Campana que parece que es de cartón piedra, como el castillo de los piratas de Isla Mágica, sólo que con las acróteras flamígeras que han repuesto muy malamente hechas, que no se parecen en nada a las airosas que había, que se les veían las llamas de piedra hasta casi echando humo, y no estos mazacotes que han colocado, que creo yo que son de la tienda de los chinos de las restauraciones.

¿Por qué en Isla Mágica se oye hablar portugués como si fuera la lengua oficial de Sevilla? Pues debe de ser por la misma razón por la que, en las vueltas, nos dan tantas monedas de euro de lusa acuñación. Wesos euros que en vez de la cara del suegro de la que se ha operado la nariz y el mentón llevan la filigrana con la Cruz de Sagres.

¿Usted no es aficionado a mirar la nacionalidad de las monedas de 1 euro o 2 euros que le dan en las vueltas? Es un juego entretenidísimo. Haga la prueba. Vaya, por ejemplo, a tomar café o una cerveza en un bar de las cercanías del barrio de Santa Cruz, a Las Teresas o al Bar Giralda. Pague con un billete. Y mire en la vuelta: seguro que viene una moneda de euro alemana, o italiana. Y por descontado portuguesa. Los euros portugueses son los que más circulan en Sevilla. Ahora en el verano se han visto muchos euros irlandeses, inconfundibles, con su lira celta. Yo sé por qué: porque a la vuelta los traen en sus bolsillos todos esos chavales que han ido a hacer un curso de inglés a Irlanda, al ladito mismo de Dublín, ¿qué se creía usted?

Entre las monedas de euro y la de Camoens como lengua oficial de Isla Mágica caemos en la cuenta de que Sevilla representa para Portugal mucho más que la nación vecina para nosotros. Cuando hablamos del turismo, pensamos en los ingleses, en los americanos, en los franceses, en los italianos. Pero nunca en los portugueses, que son quizá numéricamente los más importantes. Sevilla paga con muy mala moneda esto de ser centro de atracción para los portugueses. En cualquier monumento visitable o lugar turístico verá usted letreros en inglés y en francés, incluso en alemán. Muy pocas veces en portugués. ¿Porque el portugués y el español tienen tan común raíz que se entienden perfectamente por los hablantes de una y otra lengua? No, padre: por olvido de Portugal. Estando lo cerca que está y teniendo los atractivos que tiene, los sevillanos preferimos tirar para Roma o para París antes que para Faro o Lisboa. Y eso que con las carreteras como están y con el puente internacional de Ayamonte, Portugal está ahí al lado, como un universo por descubrir. Portugal, en el mejor de los casos, empieza y acaba para los sevillanos en Vila Real de Santo Antonio. Más concretamente, en las tiendas de comprar toallas de Vila Real do Santo Antonio. No sabemos que el Algarve es primo hermano de Andalucía, y que el Cabo de San Vicente es como La Rábida, el finibusterre de los comunes caminos del Descubrimiento.

Para los sevillanos, al Oeste no está nunca Portugal. Al Oeste está Nueva York, está el Caribe, está Punta Cana, está la Rivera Maya, están La Habana y Varadero. Nunca está Lisboa, ni Portimao, ni Faro, ni Praya da Rocha, ni Quarteira, ni ese Mazagón con ingleses y sin dunas que es Montegordo. En cambio, para los portugueses, al Este no está España: está Sevilla. Está Isla Mágica y están los paquetes turísticos de las ofertas de los hoteles. Los americanos se llevan la fama y los portugueses cardan la lana, dejándonos sus monedas de euro con la Cruz de Sagres.

 

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