Hablando de Teddy: cuando yo era chico, como no había tele, ni por tanto payasos de la tele, los más famosos eran unos que se llamaban Pompoff y Teddy. ¿Será este Teddy aquel Teddy? No sé. Pero payaso de las bofetadas sí que tiene que ser. Se está llevando todas las del mundo en la protesta contra el afán recaudatorio de lo que toda la vida de Dios y de Quintero, León y Quiroga era Sociedad de Autores y ahora tiene ese mote feísimo de SGAE, que suena a compañía eléctrica alemana, o a las siglas que se ven en el suelo, en las tapas de hierro de los registros de los cables de los semáforos.

La gente la tiene tomada con Teddy. Y tan mala no es la Sociedad de Autores. Podría cobrar muchísimo más de lo que cobra. Por ejemplo, Teddy no les cobra un duro a los niñatos de los coches tuneados que van por ahí con las ventanillas abiertas y con el equipo de música a toda pastilla, rompiéndonos los tímpanos con el pumba catumba del rock duro cada vez que paramos junto a ellos en un semáforo. Si los niñatos de estos coches de los altavoces a plena potencia presumen de discoteca ambulante, ¿por qué no les va a cobrar Teddy la correspondiente morterá? ¿No la cobra a las casetas de Feria por el me casé con un enano? Se la debería cobrar, salerito, pá jartarme de reír, a ver si así se les quitaban a los notas las ganas de dar tanto por saco con los dichosos altavoces del coche con las ventanillas abiertas, pumba, catumba.

Y a las bandas trompeteras y a los agrupatas cofradieros también les podría cobrar Teddy el canon.Vamos, el canon y el Te Igitur. Pero en los ensayos, no cuando van con una cofradía o una procesión de gloria, no; porque entonces no es un culto público, sino una «manifestación cultural» como dijo el Consejo de Cofradías en tiempos de Antonio Ríos, bajándose los pantalones de su propia esencia religiosa para no pagar la tela. Cuando tiene que cobrarle Teddy a los trompeteros y tamboreros es cuando están ensayando cerca del vecindario sufridor, dale que te pego con esas marchas del tararí interminable, de nombre tan cursi como rebuscado. ¿Por qué van a tener los vecinos un diario y atormentante concierto de cornetas y tambores gratis, sin que Teddy se lleve la manteca colorá? Así, de paso, si no pagaban, quizá hasta se libraban los vecinos del diario tormento del atardecer y anochecer.

Y a los tunos falsos que dan la murga por los restaurantes, ¿por qué no les cobra Teddy por el coñazo que dan con los clavelitos de mi corazón y con el triste y sola se queda la Facultad de Derecho frente al Caballo? Si estos tunos falsos, que no son estudiantes ni nada, pasan la gorra, Teddy debe trincar su parte alícuota de esa gorra, faltaría más. Y así, de paso, a lo mejor espantaba a estos tíos viejorros que ni son estudiantes ni nada y que tanto daño hacen al Verdadero Mester de Tunería.

Y más cosas que podría cobrar Teddy, haciéndonos el favor. Esa megafonía horrorosa del chiringuito en el verano, que no nos deja dormir la siesta en la tumbona, podría solucionarse en el momento en que Teddy llegara mortadelofilemoneando y le cobrara la morterá al tío, que encima del coñazo de la megafonía nos pone la cerveza caliente y las sardinas asadas medio crudas, el muy mamón.

Memoria histórica utrerana.- Me pone un lector: «Que les pregunten por Utrera Molina a los vecinos de los corrales de las calles Jimios, Padre Marchena, San Diego y Gamazo, a ver quién les dio un piso. Y en Triana, lo mismo: que pregunten por los corrales de la Cava, de Alfarería, de Callao o de Castilla. Que hable la verdadera memoria histórica de los arriados del Tamarguillo, a ver quién les dio piso y los sacó del refugio municipal, ¿no, Gregorio Cabeza?»

Más sobre el toro del cartel.- No, tema de conversación sí que da el toro regordío del cartel. El cartel, cada año, afina la puntería del sevillano a la hora de ponerle nombre. Ya hemos oído que el toro no es que esté regordío: es un zambombo, de Bilbao o de por ahí. ¿No hay en Jerez por estas fechas zambombas? Pues aquí hay zambombos en los carteles. Y a otro, que no entiende de toros, le hemos oído comentar, con toda la gracia: «Hay que ver lo criadito que está el toro del amigo Salinas». Ahora, que nada como la descripción de un sevillano clásico donde los haya: «El toro está gordo y retotollúo».