ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Alierta, copie esta letra

Como en una muñeca rusa, escribo hoy acerca del cuerpo de la letra en que van impresos estos artículos de las páginas iniciales de ABC. Son letras sobre las nuevas letras.

—O sea, los pagarés.

No, no miente usted esa soga de la casa de los ahorcados por la crisis. Me refiero al nuevo cuerpo de letra de este texto que está usted leyendo, mayor que antes, aumentado, relajante, ya completamente visible, en que van compuestos estos artículos que son como un paseíllo de firmas que abre el periódico. Los lectores han tenido que agradecer este aumento del tamaño de letra en las primeras páginas de ABC, aunque me extraña que ninguno haya puesto una carta al director, cosa que aquí hago en nombre de algunos que me lo han comentado:

—Hijo, Burgos, menos mal que le han puesto a tu artículo una letra más grande, porque es que yo, la verdad, cuando no llevaba las gafas de cerca no te podía leer.

Mejor así. Los artículos, con esta letra mayor, se alejan de lo que se llama letra menuda:

—Anda que no tiene letra menuda este tío...

Los artículos, así, parece que tienen menos letra menuda. Ninguna. Y más claridad en sus conceptos. No tienen esa letra chica que en mis tiempos de escolar despreciábamos en los libros de texto, porque la letra chica nunca iba a examen, eran florituras de adorno, toreo por la cara, abaniqueo de las asignaturas sin cruzarse con el aprobado. Y tiene de bueno también esta nueva letra gorda y retotolluda que no pasa como antes, que parecía que los artículos estaban patrocinados por el Colegio Oficial de Oftalmólogos, por la Asociación Profesional de Ópticos o por lo menos por Visionlab o General Óptica. Le pasaba a la letra de los artículos como a las bocas de La Isla o al turrón del duro, exquisiteces incompatibles con los dientes averiados o empastados. Hasta el punto de que siempre que le metes el diente a una boca de La Isla o a un buen turrón alicantino, piensas que aquello lo patrocina el Colegio Oficial de Odontólogos. Que le debe un monumento al turrón. ¡La de jornales ganados que el turrón de Alicante, el bueno, el duro, da a los dentistas después de cada Navidad!

La felicitación que hago a la dirección de ABC en nombre de los lectores con vista cansada tiene además un envío. Le dedico este artículo a don César Alierta, presidente de Telefónica, que me estará leyendo, a quien se lo envío con todo cariño, para que saque provecho. Admirado don César: a ver si copia usted de la letra de los artículos de ABC y ordena que la próxima edición de la Guía Telefónica la hagan con un cuerpo de letra que no sea un suplicio buscar un número, porque los nombres, las direcciones y los teléfonos vienen en tamaño pulga. Salvo, claro está, que el diseño de las guías de teléfonos esté patrocinado por la Patronal de Fabricantes de Lupas. Sin lupa no hay quien pueda leer un número en la guía de teléfonos, señor Alierta. Y una de dos: o entregan ustedes una lupa retractilada con cada guía nueva que traigan a casa, o aumentan el tamaño de la letra. Con razón te llaman los amigos:

—Oye, ¿tú tienes el teléfono de Pepita? Haz el favor de dármelo...

—Pero si viene en la guía.

—Yo no tengo salud para dejarme los ojos en la guía de teléfonos, y además, no encuentro la lupa.

Sin lupa es que no hay manera, señor Alierta. Ya le digo, salvo que los fabricantes de lupas le patrocinen la edición de las guías, ponga por favor los teléfonos con estas mismas letras gordas que da gloria verlas a pelo y sin gafas de vista cansada. La lupa vamos a dejarla para Sherlock Holmes, don César.


 

 

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