ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Circo de Marta, circo de Griñán

Es una pena que en ninguna de las listas de candidatos a las elecciones al Parlamento Europeo del domingo 7...

—Huy, por qué poquito no han caído esas votaciones en Domingo del Rocío, como la otra vez.

Bueno, pues es una pena que en ninguna de esas listas, más largas que un día sin pan, venga el nombre de don Antonio del Castillo, el padre de la pobre Marta, un señor que cada vez me merece más respeto en la serenidad de su dolor y que cada vez dice cosas que conectan más con lo que pensamos la mayoría. Yo lo votaría encantado el día 7. Antonio del Castillo es el puro sentido común. Sus palabras son zambombazos. Redoble de conciencias. Antonio del Castillo es un desmentido permanente a la creencia popular de que aquí no hay sociedad civil. Él es en sí mismo una sociedad civil unipersonal. La sociedad civil de bienes tan escasos y poco protegidos como el sentido común o la verdad.

Antonio de Castillo es una denuncia constante de este sistema garantista que padecemos en la Justicia, donde los verdugos son siempre más protegidos que las víctimas, y donde los que paradójicamente tienen miedo son los policías, no los delincuentes a los que detienen, no se vayan a ir los chorizos al señor juez diciéndole que los han torturado y se busquen un lío y se jueguen la carrera. Porque lo que dice el delincuente va a misa, y lo que dice el policía hay que demostrarlo.

Ante la excarcelación de un inculpado de quien decía el juez, como si fuera El Beni de Cádiz, que era «mú poco culpable, casi ná», Antonio del Castillo resumió todo este lamentable estado de cosas del mal llamado Estado de Derecho con esta frase:

—No, si ahora va a resultar que la culpable es Marta.

Antes, había dicho nada más que la verdad y toda la verdad acerca de los políticos que arguyen que la Constitución no permite la cadena perpetua:

—Votan «no» a la cadena perpetua revisable por considerarlo involucionista y luego pagan con dinero de todos una fiesta para celebrar una revolución que puso a un dictador en el poder en Cuba. Un país que tiene cadena perpetua, pena de muerte, presos políticos y en cuyas cárceles se tortura.

Ahora, con una gallardía que le honra y que es ejemplo de valentía civil, a Antonio del Castillo no le ha importado replicar a Griñán, al que dejó Chaves de manijero del cortijo cuando dio la espantá, tras largar la morterá de subvención a la empresita de la niña, familia que trinca unida permanece unida. Antonio del Castillo debe de ser un partido político unipersonal. Un partido de la oposición, que canta las cuarenta y dice las verdades del barquero. De otra forma no se explica que todo un presidente de la Junta como Griñán se dedique a largar fiesta contra un ciudadano particular que además se encuentra en circunstancias tan dolorosas y dramáticas. ¿Para eso han puesto a Griñán, para que arremeta desde todo el aparato del poder contra un pobre padre de familia al que le han asesinado a su hija? Si es por demagogia, ahí va la mía: a unos les matan a la hija, ni siquiera los saludan en el Parlamento Andaluz cuando van a denunciar esta situación, los ponen verdes y les dicen que han puesto un circo; y a otros, en cambio, les colocan a la hija, la inflan a subvenciones y encima Griñán los defiende. ¿Qué circo es más circo? ¿El de Griñán o el de Antonio del Castillo? Antonio del Castillo, sociedad civil unipersonal, ha respondido por todos nosotros:

—Mi familia no monta circos, esto del circo es muy típico de los políticos, sobre todo de los presidentes de la Junta, como el circo que montaron en Semana Santa por la sucesión de Chaves.

Y añado yo: y sigue montado. En el circo de Griñán sólo falta Miss Aurori.

 

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