La familia de don Torcuato Luca de Tena vivía en Sevilla en la vieja Casa de los Maldonados, en pleno barrio de la Feria, en la plaza de los Carros, donde el mexicano Carlos Arruza se quedó prendado de la belleza de la Virgen del Rosario el primer Jueves Santo que vio la cofradía de Montesión. Mi padre, suscriptor de ABC de muchacho, vecino de la Feria en un corral de la calle Pedro Miguel, me contaba que contempló con horror cómo aquella casa, por el solo hecho de ser de los Luca de Tena, de la familia del fundador de ABC, era saqueada por las hordas el 19 de julio de 1936, en la «valiente» resistencia de mecha y lata de gasolina del proletariado sevillano ante la sublevación del Ejército.

En la desaparecida Casa de los Maldonados, de grandes patios de mármol, largas galerías y gruesos muros rezumando humedad, hacía un frío que se meaba la perra. Don Guillermo Luca de Tena me ha descrito aquel frío según la tradición oral de su familia. En el patio, junto a la cancela de entrada, en la casa había un perchero, donde las prendas de abrigo esperaban a sus dueños. Pero, contra lo que pueda pensarse, no para cuando salieran a la calle, sino ¡para cuando tenían que entrar en la casa! Tal biruji hacía, que no se podía andar por allí a cuerpo gentil.

Bueno, pues en toda la muy noble, leal, heroica, invicta y mariana ciudad de la que soy vecino hay que andar ya como los Luca de Tena por su Casa de los Maldonados: con las prendas de abrigo dispuestas en la alcándara de la puerta. Los abrigos de la Plaza de los Carros no eran para salir, sino para entrar en la Casa Luca de Tena. Y en invierno. Lo malo de la extensión del uso del abrigo obligatorio es que ocurre ya en pleno verano. Las chaquetitas, chalequitos, rebequitas y pasminas que muchos sevillanos disponemos junto a la puerta son para salir a la calle...¡ahora en verano!

—Pero si en Sevilla hace mucho calor, siempre da la máxima...

En la calle. Pero no te arriendo las ganancias del frío que hace dentro de los locales públicos, con el dichoso aire acondicionado. Esto está ya como Miami. Donde más frío he pasado del mundo no ha sido en Moscú en invierno, sino en Miami en verano. Con el aire acondicionado que los americanos, tan bestias en todo, ponen a 12 o a 15 grados. Quien en Miami vaya a cuerpo a comer a un restaurante o de compras a un centro comercial, coge una pulmonía doble. Aquí estamos ya igual. Dentro del Cortinglés hace en el mes de julio bastante más frío que en Baqueira Beret en enero. Aquí mucha demagogia con el ahorro de energía de las bombillas de bajo consumo de Miguel Sebastián, pero cada vez gastamos más electricidad en poner los aires acondicionados a temperaturas de neumonía. Digo lo de neumonía por experiencia propia. Yo cada entrada de verano la celebro con mi tradicional neumonía, a causa del aire acondicionado traicionero y cabrón de tiendas, restaurantes y oficinas, según puede atestiguar con certificado oficial del Colegio Médico mi querido doctor Celso Pareja Obregón. Si no vas con tu rebequita, ¡pegas en pleno julio cada tiritón que tiembla el misterio!

¿No dijeron que iban a poner una temperatura límite para el aire acondicionado, nunca a menos de 25 grados? Nada, todo se va en la demagogia de Garoña, de la sostenibilidad o de las bombillas de bajo consumo, cuando los aires acondicionados gastan luz como para criar pingüinos. Y nada digo del Ave. Si este verano quieren pasar frío de verdad, no hace falta que se gasten un dineral en un crucero por los fiordos nórdicos. Frío, frío, lo que se dice frío, en el Ave de Madrid a Sevilla, con el jodido aire acondicionado. ¡Da un gustito cuando te bajas en Santa Justa, hace 40 grados y con el calorcito te entra ya el cuerpo en caja y dejas de pegar tiritones!