ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


El Metro NO llega al centro

Pues, señoras y señores, distinguido público de la sala, siento estropearle el pasodoble triunfal a los palmeros y agradadores, cogecosas y quitapelusas del Régimen, tanto en su devota advocación de la Junta como en el sagrado misterio del Ayuntamiento. Pongan mentalmente un redoble de tambor a lo que voy a decir. Pero no un redoble como el de Pepe Hidalgo rufando el romano parche de la Centuria. Pongan un redoble de circo, de más difícil todavía, de triple salto mortal sin red, porque solemnemente pongo dos puntos y aparte y proclamo:

Señores, no se crean esa patraña de España que repite la propaganda, que «el Metro llega al centro». El Metro NO llega al centro. Eso es un embuste muy gordo que no hay que tragarse. Es más: no tienen pensado que el Metro llegue nunca al centro. El Metro llega al Cristina, que es una cosa muy distinta. El Metro llega, en el mejor de los casos, a la Puerta Jerez. Que tampoco es el centro.

Y usted mismo va a llegar a la misma conclusión que servidor, y usted mismo va a rechazar de plano el embuste tan gordo que nos quieren meter con la llegada del Metro al lugar del quioscazo, si tiene la bondad de responder a estas preguntas:

La Casa Lonja, o sea, el Archivo de Indias, ¿es el centro?

La Casa de la Moneda ¿es el centro?

La Torre de la Plata ¿es el centro?

El antiguo Coliseo España ¿es el centro?

La Bodeguita Casablanca ¿está en el centro?

Correos ¿es en el centro?

¿A que no? ¿A que usted no entiende por centro ninguno de estos seis lugares, como podía añadir la sede del Consejo de Cofradías, el Arquillo de la Plata, la Casa Guardiola, La Equitativa o el Hotel Alfonso XIII? Por eso, insisto, el Metro no llega al centro, como no son centro ninguno de los lugares citados, y eso que están más hacia el centro que la estación del quioscazo. Ayer, a las dos y media de la tarde, el Metro llegó al Cristina. Al extrarradio del centro. Los sevillanos entendemos por centro otra cosa. Por centro, centro, lo que se dice centro, los sevillanos entendemos lo que va de la Plaza Nueva a La Campana, de La Magdalena a La Encarnación, de Francos a la calle Dados, del Salvador a La Gavidia. Las que están fuera de este nuevo «mejor cahíz» son, en el mejor de los casos, estribaciones del centro. Por mucho que peatonalicen y por muchas Mangás para Ciclistas que pongan, la Puerta Jerez será centro cuando yo ejerza de arcipreste de Huévar.

El que llegaba de verdad al centro era el Metro que enterró Manolito, porque con ese dinero su partido tenía que hacerle un Metro a Bilbao para que el PNV apoyara con sus votos a Felipe. Aquello sí que era un Metro de verdad. Lo que entendemos por Metro. Un Metro de toda la vida. Como el de Madrid, como el de Valencia, como el que le pagamos a Bilbao quedándonos nosotros con esta mierda de Metro y con un tranvía una jartá de chungo. El que se proyectaba para Sevilla antes de que llegara este Régimen era un Metro que cumplía con las dos condiciones esenciales que el presente nunca podrá tener:

1. Iba bajo tierra.

2. Desde los barrios, llegaba al mismísimo centro, al Duque y a la Plaza Nueva.

Ni este Metro va siempre por debajo de tierra, ni este Metro llega al centro. Si pasa por el Cristina es camino de Montequinto y Ciudad Expo. Pero aquello no es el centro. Que no me vendan la moto (o el quiosco) del Cristina como centro. En ese caso, los barrios por donde hacen estación de penitencia las cofradías de vísperas son La Campana, ¡tequiíya!

 

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