De entrada, que conste que a mí el PP me la remanfinfla. Vamos, que me la suda. Me parece que el PP, aparte de pisarle el callo de su santuario de Dos Hermanas al PSOE, debería salir del armario y sacudirse el famoso complejo de derechas. Me lo decía don Francisco Franco el otro día. No, no tiemblen. No tengo hilo directo con el abuelo de Carmen Martínez Bordiú, que me sigue pareciendo tan dictador como cuando creíamos que lo íbamos a derribar leyendo «Triunfo» y «Cuadernos para el Diálogo», y escuchando la Pirenaica y Radio París. No, no tiemblen. No he conectado en tarifa plana la telefonía celeste de Fernando Villalón para escuchar psicofonías de Franco. Es que mi barbero se llama así, Francisco Franco. En la tierra del Barbero de Sevilla, y quizá como homenaje a Fígaro, podemos permitirnos estos lujos, que te niquele un peluquero que se llama Francisco Franco u otro que se llama Cristóbal Colón. Lo que ocurre es que ambos son personajes en busca del autor Jesús Quintero, para que los lleve a Los Ratones Coloraos y se ponga en un sillón de barbería con Francisco Franco a babor y Cristóbal Colón a estribor. Un número.

Lo que el otro día me decía mi maestro barbero don Francisco Franco es que al PP le pasa como antes de las presentes libertades a las mariconas viejas que, avergonzadas, no querían asumir su piompez y para disimular hasta se casaban y todo. Franco me lo decía con toda franqueza:

—Al PP le pasa como a los mariquitas de antes, que no tenían el valor de decir que lo eran. Lo que ahora se dice del armario. Mire usted cómo el PSOE no se avergüenza en decir lo que es y en llamar a los otros lo que son, y en hablar de los ricos, y de la derecha, y de los fachas. ¡Prontito van a hablar así estos señores que se avergüenzan de ser lo que son!

Sentado lo cual echo mi imaginación a volar y pienso la que se habría liado si el PP hubiese ganado las elecciones en marzo de 2008 y ahora estuviera gobernando Rajoy. Y que le hubiera pillado el toro de la crisis por el triángulo de Scarpa, como «Avispado» a Paquirri en Pozoblanco (pero sin exclusivas de Jaime Peñafiel y Santi Ariazu), y que no hubiese tenido más remedio que subir el IVA. ¿Se imaginan a Rubalcaba y a Pepiño largando fiesta contra la subida del IVA de los fachas? ¿Se imaginan a esa UGT y a esas Comisiones Obreras echando la gente a la calle y convocando las huelgas generales enchampeladas? ¿Se imaginan a ese Sindicato de la Ceja, con su Visa Oro y su dinerito apalancado en una Sicav como el multimillonario Pedro Almodóvar, subiendo al escenario del Festival de Cine de San Sebastián con sus protestas de las pegatinas: «Con mi dinero, no; no a la subida del IVA»? ¿Y las terminales de los medios adictos al antiguo Régimen de ZP, largando fiesta contra la forma en que Rajoy ha dilapidado el dinero público en chorradas varias y Planes E en general, creando cada vez más paro en vez de más empleo, y agrandando hasta términos de Triángulo de las Bermudas el déficit público, a pique de un repique de que nos echen de la UE?

España estaría a estas horas como andaba cuando el «Nunca mais» y como cuando el «No a la guerra». O muchísimo peor, porque entonces ni el chapapote nos tocaba el bolsillo ni desde Irak nos metían la mano en la cartera, ni había cinco millones de parados. Pero como no gobierna el PP y como todos los caprichos e improvisaciones están en manos de los nuestros, a los que les justificamos todo, porque para eso son progresistas, solidarios y de izquierdas, pues aquí nadie abre la boca y No Passsa Nada.

Hablaban del milagro alemán. ¡Una mierda! Para milagros, España, que estando como estamos no arda en protestas por los cuatro puntos cardinales del escudo de mi patria, que cantaba Manolo Escobar.