ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Pido el aguilando al alcalde

No, no es aguinaldo. Aguinaldo será en Madrid: en Sevilla es aguilando. Como aquí es nacimiento, y no belén. Aguilando, además, es la voz a la que remite el DRAE cuando se mira «aguinaldo». Donde dice que «aguinaldo» es una deformación de aguilando, y no al revés. Hecha esta aclaración, las presentes son fechas de andar aliquindoi con el aguilando. La otra mañana tuve nostalgia del aguilando. Llegó a casa el cartero del barrio para entregar en mano un certificado.

—Ofú, no me hable usted de los certificados que trae el cartero, porque son los de los sustos. Llama el cartero al portero electrónico diciendo que te trae un certificado y de momento te cagas por las patas abajo. Si no es de Hacienda anunciándote una inspección, es del Ayuntamiento reclamando un pago; y si no, es de un juzgado que te cita.

Pues llegó el cartero con un certificado y respiré hondo cuando vi que el sobre no traía ningún escudo oficial, que son los de jiñarse. Ay, de ti, como te llegue un certificado con el escudo de España, el escudo de la Junta o el NO8DO del Ayuntamiento. Y como es tiempo de Adviento, cuando Papá Noel le está haciendo la ITV al trineo y los Reyes Magos a las carrozas, el cartero me recordó un tiempo antiguo de alhucema y brasero, de sabañones y de pavos vivos en las aceras del Mercado de Entradores. El cartero se despidió muy atento, y me pareció por un instante que me iba a dar la antigua tarjeta de petición del aguilando, con los versos malísimos y simpáticos de antaño: «Cada día este cartero,/reparte felicidad/y como estamos en Pascuas/te desea Feliz Navidad/y te pide la voluntad.»

Eso se llamaba veinte duros de aguilando que le dabas. Se los dabas al cartero, al basurero, al barrendero, qué sé yo la de servicios públicos que llamaban a la puerta y que descubríamos por las Pascuas que existían. Y cuando les dabas la voluntad tras leer los versitos de su cartulina, algunos te decían:

—¿Me puede usted devolver la tarjetita, si no le importa, que me sirve para otra casa?

No sé por qué, con lo clásico que era el sablazo en forma de aguilando, hubo una campaña contra esta costumbre, ya borrada del mapa. No sé si los sindicatos o los organismos oficiales, el caso es que dijeron que los funcionarios y servidores públicos estaban muy bien pagados (¿de verdad?) y que era oprobioso que anduviesen mendigando el aguilando.

Yo quiero hoy rescatar esa costumbre. ¿No se restauran los edificios? ¿Por qué no hemos de restaurar las costumbres perdidas? Yo haría una excavación arqueológica en la memoria, y rescataría la tarjetita de aguilando. No de los servidores de la Administración a los ciudadanos, sino al revés. Yo le pediría el aguilando al alcalde. Un aguilando facilísimo: que, por favor, como detalle por las Pascuas, no corte el próximo lunes día 21 la avenida de Bueno Monreal para las obras del túnel de La Palmera. Que lo deje para después de Reyes. Total, ¿no ha estado eso parado ya tres semanas? ¿Qué importan otras tres? Porque, ¿se imaginan el follón de tráfico que se va a formar el día de la Cabalgata, cuando medio Aljarafe viene a Sevilla precisamente por ahí, por Tablada y el puente de Las Delicias? Bueno Monreal es la distancia más corta entre el Aljarafe y el Cortinglés de Nervión, así que imaginen los embotellamientos en los días de compras previos a Nochebuena, Nochevieja y Reyes. Con el embotellamiento permanente que hay ya en La Palmera y en Las Delicias, ¿se figuran la que puede liarse? Así que, señor alcalde, dénos este aguilando: no lo corte por favor, no lo corte todavía, que hasta la corcha, María, se pondrá Manuel Siurot. Se lo pido al clásico modo, entregándole los versitos de mi tarjeta de aguilando:

Querido Don Alfredo: si quiere usted hacernos

regalo en Navidad,

hasta espués de Reyes no corte la avenida

 de Bueno Monreal.

 

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