ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Los años irreparables de Monteseirín

Habrá quien le cante la pontificia y real sevillana de Manolo Garrido: «Algo se muere en el alma cuando un Alfredo se va». Y habrá quien haga mucho hincapié en su final, también cambiándole la letra:

No te vayas por favor,
no te vayas todavía,
que esta facturita mía
¿quién me la paga, por Dios?

Despedidas interesadas aparte, tres mandatos son muchos mandatos. Muchos años irreparables. Menos mal que se ha quebrado el sevillano No Passsa Nada. Cuando el Supremo dice que lo de las facturas falsas no era precisamente «opinión publicada», ni invento de ABC, sino leña marismeña con tomate y dice que por ahí se va a la cárcel de Sevilla 2...

—¿Usted no ha pensado que el Ayuntamiento de Sevilla iba camino de convertirse en el Ayuntamiento de Sevilla 2?

Pues ahora que usted lo dice, sí que lo pienso. Que le decía que menos mal que cuando el Supremo dice que no hay tu tía, Sí Passsa Algo en la ciudad del No Passsa Nada. Yo, la verdad, es que lo siento. Lo siento por Alfredo, que es buena gente. Lo siento por Felisa su mujer, que más agradable conmigo y con la Jefa de mi Casa Civil no puede ser la señora. Y sobre todo lo siento por la madre del alcalde, por doña Teresa Monteseirín. Tengo que llamar a Maribel Moreno de la Cova, su amiga, para que me aclare tan terrible cuestión: ¿qué va a pasar ahora con la señora madre del alcalde, cuya mano beso? ¿Va a seguir la gente invitando a todo acto del Sindicato de la Croqueta a la madre del alcalde, que no se pierde una? ¿O vamos a comprobar cómo la cruel Sevilla del si te he visto no me acuerdo va a dejar inmediatamente de invitarla, porque su hijo ya no lo es lo que era? Como aquello de «los guardias civiles también tienen madre», a la hora de darle la boleta y el finiquito a Monteseirín, Griñán debería haber tenido en cuenta que los alcaldes también tienen madre. Y los alcaldes de izquierdas, madres de derechas. Yo creo mayormente que esto lo ha hecho el PSOE por doña Teresa Monteseirín. Para quitarle problemas de conciencia a la señora. Como su hijo ya no se presenta otra vez a alcalde, ahora doña Teresa podrá votar a Zoido, que es lo suyo, al PP, sin tener que confesarse con su director espiritual: «Padre, me acuso de que he votado al partido de los que quieren cargarse a mi hijo». Como viera o viese usted que ya se lo han cargado los suyos mismos, bienvenida al club, doña Teresa.

Pero quedan los años en que Monteseirín ha mandado en Sevilla. En los que ni más ni menos que se ha cargado lo que entendìamos por Sevilla. ¿Hay que aplicarles el título de Rafael Montesinos, «Los años irreparables»? ¿Son reparables las barbaridades derrochonas y dilapidadoras que ha hecho para cargarse a Sevilla con tanta saña, o tienen solución, freno y marcha atrás? La barbaridad de estrechar todas las calles y hasta los puentes para poner la mamarrachada de un carril bici que por cierto nadie ha usado en estos días de temporal, ¿es irreparable, o puede volver todo a su ser? La persecución contra el coche y la conversión del centro en un Parque Temático para que dé barzones la gentuza cani que no se gasta un duro en su comercio, ¿es irreparable o puede volver a su ser? La monstruosidad de las setas de La Encarnación, ¿es irreparable, o podemos mandar ya a Pavón el derribista para que deje aquello como la palma de la mano? El tranvía a modo de tren de los escobazos, costosísimo, ¿es irreparable, o lo podemos desmontar y poner autobuses eléctricos? La Torre Pelli, ¿es irreparable o estamos a tiempo de pararla? El caprichito de la calle Asunción, de la calle San Jacinto, de Luis Montoto, de la Avenida, ¿es irreparable o pueden volver a su ser? Esto es lo que me inquieta, no que Monteseirín se vaya o deje de irse, sino sus años irreparables. Más que la Sevillana del Adiós, yo le cantaría un popurrí con el himno de Andalucía:

Los sevillanos queremos

volver a ser lo que fuimos

antes que viniera Alfredo

con la pipa de Torrijos.

 

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