Ya saben cuál es la mayor empresa de Andalucía. No, no es Abengoa. Ni Endesa. Es el PSOE de Andalucía. Es la empresa que en la Junta, las diputaciones, los ayuntamientos y las empresas públicas da empleo a mayor número de trabajadores en la región. ¿Cuántos viven del PSOE-A? Ojo, que con lo de «vivir» quiero preguntar que cuántos se ganan el sueldo honesta y dignamente gracias al PSOE-A. No hablo de los vividores, que son otra cosa. De momento hay vividores del PSOE-A que ni siquiera son del partido, sino todo lo contrario, como cierto dirigente empresarial cuyo nombre tengo en la punta de la lengua, pero habrá de ser usted quien le pegue el lengüetazo si quiere.

Ni la Abengoa de Felipe Benjumea ni la Endesa de Borja Prado son nada en Andalucía al lado de la parte contratante de la primera parte del PSOE-A. Donde soplan nuevos vientos desde que los señoritos de Madrid echaron al papá de la niña subvencionada en la Andalucía de las subvenciones y pusieron de cortijero al Marqués de Griñán (ojo, no confundir con el de Griñón, que es el ex de la Preysler).

En esa mayor empresa de Andalucía hay un nuevo hombre fuerte. Más bien un chaval fuerte. Tiene 36 años. La edad en la boca. ¡Tararí, que llega el relevo generacional! Es de Palma del Río. Se apuntó al partido en 1993, con 19 añitos, y lleva un carrerón que ni te cuento. Ha sido concejal de su pueblo, vicepresidente de la Diputación de Córdoba, diputado en el Congreso y en las Cinco Llagas, secretario de las Juventudes Socialistas de Andalucía, responsable de Política Institucional y ahora secretario de organización en Andalucía y miembro del Comité Federal. Atención al tren. Una vida entera ligada al cargo institucional y orgánico, como tantos chavales andaluces que han hecho de la política directamente su profesión, sin que se le conozca otra.

Ah, se me olvidaba decir que este cordobés que manda tela obviamente se llama Rafael. ¿Cómo se va a llamar un cordobés, si no es Rafael? Rafael Velasco. ¿Que no le suena lo de Rafael Velasco? Verá usted: eso mismo me pasó a mí. La vez primera que lo vi, eché en falta que tuviera al lado a Eva González, la presentadora de Canal Sur novia de Cayetano Rivera Ordóñez, y que nos dijera que iba a cantar «Soy minero». Porque el nuevo chaval fuerte del PSOE en Andalucía no tiene pinta de secretario de organización, sino de uno que canta la mar de bien por Antonio Molina, así con sus ensortijados bucles y todo, y que concursa en el «Se llama copla». En «Se llama copla» hay uno que es igualito, igualito que Rafael Velasco, sólo que no manda nada en el PSOE. Menos que Monteseirín.

Cuento todo esto porque este cordobés Rafael que manda tela no es de los de «¿Rafaé, quiés café?», sino de los que mandan a los suyos a por café. De momento, ayer mandó al alcalde de Sevilla a por café y a su sillón, como los maestros ordenan que se sienten en su sitio otra vez a los niños malos que se han levantado de la banca y están armando follón. El de «Se llama copla» le dijo al otro con el que en Sevilla se ha visto la copla que tiene que agotar el mandato:

—¡Donde se gobierna, a gobernar!

Ofú. ¿Más quiere usted que gobierne Monteseirín todavía? ¿Qué quiere, que nos plante otras setas en la mismísima Plaza Nueva? Yo me estaba haciendo ya ilusiones, que nos íbamos a librar de más barbaridades. Total, desde que se fue a Nápoles, Sevilla ha estado sin alcalde, y No Ha Passsado Nada. ¿Pero hay alcalde en Sevilla? ¿No tenemos otra vez el famoso «sillón vacío», ya que este señor hasta se ha despedido? Pues nada: «Donde se gobierna, a gobernar», dice Rafael Velasco, con su pinta de cani de Domingo de Ramos al que sólo le falta su trajecito blanco y sus zapatos blancos de punta cuadrada para ver la de San Roque por la calle Imagen. Si es por gobernar, el que gobierna de verdad ¿no es el de la cachimba, y a ése no lo han echado, porque no es trabajador del cortijo del señor Marqués de Griñán?