Como felicité el otro día a María Luisa Guardiola, quiero hoy dar la enhorabuena a los premiados con las Medallas de Sevilla que el Ayuntamiento entregará el Día de San Fernando. Aunque no sé qué Día de San Fernando, si el 30 de mayo de toda la vida o el 28. De entre ellos, quiero felicitar especialmente a los que conozco y he tratado:

A José Luis Manzanares, que desde su empresa con nombre de cronista del corazón, Ayesa, como Julito Ayesa, ha demostrado que en Sevilla se puede montar un chiringo tela importante en materia de ingeniería y nuevas tecnologías, nueva conjugación del viejo verbo Abengoa de Don Javier.

A Manolo Ruesga, en memoria de aquellos viejos tiempos de ABC en que tantas fotografías le hizo a mi maestro don Abel Infanzón para su página de «Casco Antiguo», contribuyendo con su cámara a detener el proceso de destrucción de Sevilla y al rescate y revalorización de nuestras cosas.

A Lina, y al hacerlo no voy a ser tan descortés de llamarla como el Ayuntamiento: Marcelina Fernández, qué ordinariez. Lina no sólo es una artista del traje de flamenca, es un genérico. Decimos «iba vestida de Lina» y no hay que aclarar que iba de flamenca. Como todo pañuelo de papel es un clínex, todo traje de flamenca es de Lina (o dicen que lo es, para presumir, aunque sea Made in China, no Made in Lina).

A Luis Navarro García, el emérito catedrático, padre de mi dilecto Carlos Navarro Antolín, a quien agradezco toda la América que aprendí de sus palabras en aquel curso de verano de la Universidad de La Rábida de don Vicentón Rodríguez Casado.

Y a «Los del 1001». Que aunque parece el nombre de una caseta de Feria o de un conjunto (malo) de sevillanas, dieron la cara por las libertades cuando había que darla, con Franco vivo, y fundaron unas Comisiones Obreras que no tienen nada que ver con las de Toxo y de mangar subvenciones, arrimarse al perol, defender al Gobierno y decir no hacen huelga general porque beneficia al PP. «Los del 1001» son Soto, Saborido y Acosta, amigos ciertos de aquellas horas inciertas, a los que tenían que haber hecho Hijos Adoptivos de Sevilla, pero, ya ven, serán «Miembros Honorarios de la Corporación». Un horror. Eso es como hacerlo a uno «Rosamar de Honor». ¿Y saben por qué? Porque en cuestión de medallas el Ayuntamiento le guarda el luto a Felipe. Sí, verán: cuando iban a nombrarlo Hijo Predilecto en el 2006, González llamó «imbécil» a Rajoy y se jodió el invento, el PP dijo que nanai. Desde entonces aquí no se ha hecho Hijo Adoptivo a nadie: «O el nuestro, o ninguno». Punto en el cual felicito doblemente a los citados María Luisa Guardiola, Navarro, Ruesga, Lina y Manzanares, pues han conseguido algo dificilísimo: que siendo como son y lo que son, el de la pipa no se haya opuesto a su medalla y no les haya echado bola negra.

Y ya que estamos de felicitaciones, aprovecho la collada para mandarle mi enhorabuena a Juan Ignacio Zoido por la encuesta. Por la Encuesta del Ojalá. Esa encuesta no es de Sigma Dos, es de Ojalá: «Ojalá, hijo, ojalá sean así las elecciones y nos quitemos de encima lo que tenemos en lo alto». Y ojalá dos rubros preocupantes de la encuesta, el 3,4% del PA y el 5,1% de «Otros» no fastidien la pregonada mayoría absoluta. Porque esto es lo triste: que Zoido o saca mayoría absoluta o no es alcalde. Y a las últimas elecciones me remito: las ganó, pero el Pacto de Perdedores le quitó el sillón. Ahora puede fastidiarlo Rosa Díez. La Muy Inculta Derecha de Sevilla está encandilada y equivocada con Rosa Díez. La suponen lo que no es. Rosa Díez dio la cara frente a la ETA cuando ZP pasteleaba con los terroristas, pero ya está. Por lo demás, es como el PSOE, pero con más tinte y más peluquería. Defiende, por ejemplo, el aborto. No se confundan, pues, y no le estropeen a Zoido su Encuesta del Ojalá, hombre, que le ha salido de cine.