ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Obama, de Macarena a Abengoa

La pena es que no viva don Javier Benjumea Puigcevert para que en plan Felipe II viera cómo literalmente ya no se pone el sol en la Abengoa que fundó en 1941 poco menos que con su título flamante de ingeniero del ICAI, unos alicates de electricista, una moto Guzzi y unos amigos de La Clase a los que hacerles el chapuz de la modernidad que en la época suponía meter los cables de la luz «bajo plomo». Suelo poner a Abengoa como ejemplo de iniciativa empresarial en esta tierra donde los señoritos presumían de no doblarla... y todo el mundo imitaba a los señoritos. Esto de la Abengoa de los Benjumea es la otra cara de los señoritos en la lamentable derecha de Sevilla que en su vida ha dado golpe (ni de Estado, que tuvo que venir Queipo a dárselo), pero que los ves en su pintamiento de mona y te perdonan la vida. Felipe Benjumea no engancha en Feria; no tiene barrera donde los capotes; no se ha comprado un cortijo con un casoplón; no hace sociedad; y si se arrima a un nieto de Manolo Caracol, no es por la seguiriya ni para camelarse a una bailaora, sino porque es una lumbrera como ingeniero en nuevas tecnologías y va y lo hace consejero delegado.

Abengoa ha conseguido lo que hasta ahora sólo habían logrado Los del Río: que el presidente de los Estados Unidos de América pronuncie una palabra sevillana. Si Bush decía «Macarena» con la canción de Los del Río, Obama dice «Abengoa» con el proyecto de la planta solar de Arizona.

—Será Aracena...

No, es Arizona, y de ahí la grandeza imperial de Abengoa, en cuyas tecnologías no se pone el sol, que cuando deja de dar en las placas fotovoltaicas (o como se diga) de Sanlúcar la Mayor, empieza a alumbrar en la planta de Gila Bend, el sitio de Arizona donde van a poner el invento y que a pesar de ese nombre no es ningún chiste de Gila («¿está Obama?, que se ponga, que le voy a pedir que me avale lo de Arizona»), sino exportación de I+D sevillano. Hombre, ya era hora. Aquí donde sólo exportábamos flamencos, ya era hora de que empezáramos a poner en rentabilidad el máximo capital del sevillano: su ingenio, su intuición, la listeza que da el hambre.

Escuché a Obama por la CNN decir lo de «Abengoa Solar» y, la verdad, lo pronunciaba mejor que los otros presidentes lo de «Macarena». Y leo en los papeles algo que demuestra cuanto he apuntado sobre el máximo capital del sevillano. ¿Sabe usted qué papel desempeña Obama en la expansión solar americana de Abengoa? Pues el de avalista. Cuando hay por Sevilla quien no encuentra un suegro que le avale en el banco un préstamo personal de una mierda de 3.000 cochinos euros, Felipe Benjumea se las ingenia para que Obama en persona avale ante los bancos los 1.450 millones de dólares que Abengoa invertirá en la planta de Arizona desde Palmas Altas. Y todo, además, en una Sevilla donde el informe de la CES y la Cámara de Comercio dice que desde 2008 han pegado el barquinazo 5.000 empresas. Me pregunto como Jardiel Poncela sobre las 11.000 vírgenes: ¿pero hubo alguna vez 5.000 empresas en Sevilla? ¿Qué han cerrado? ¿5.000 empresas o 5.000 chiringuitos montados por los virtuosos de las recalificaciones para pegar el pelotazo? No es lo mismo un negocio que una empresa, ni un especulador que un empresario. Y que salga el sol por Antequera, digo, por Arizona.

 

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