ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Tirarse desde el puente

De siempre los chavales se han bañado en el río. No tengo ahora las completas de Cernuda a mano, pero de memoria evoco pasajes del poeta donde recuerda desde la distancia inglesa o americana los torsos desnudos de los muchachos que se bañaban en el río, como estatuas romanas llenas de vida y tostadas por el sol del muelle, donde los que en Semana Santa eran costaleros descargaban los sacos de los barcos cementeros a 42 grados a la sombra y ni te digo al sol la calor que haría.

La recuperación estival del río hace ritual los baños en el Guadalquivir. Como la cucaña, que no es un juego ni un concurso, sino casi una ceremonia trianera, enmarcada en tradiciones mediterráneas. Igual que la Venecia de la Serenísima celebraba las bodas de la ciudad con el mar, Triana festeja por la Velá sus esponsales con el río.

Pero como se llevan los deportes de riesgo, ésos que luego nos cuestan un congo a los contribuyentes cuando la Guardia Civil tiene que ir a rescatar a dos locos que se han perdido por los montes o se han quedado encerrados dentro de una gruta, los simples baños en el río les parecen pocos al niñateo, e imitan a los turistas borrachos que se tiran desde los balcones a la piscina en Mallorca. Tirarse de cabeza al río desde los muelles, aunque se quede uno hincado en los limos del fondo, ya no tiene mérito. Ahora hay que tirarse desde un puente. Desde el Puente del Alamillo, desde el Puente de la Barqueta, desde el Puente de San Telmo. Hasta desde el Puente del Centenario (Terry) son capaces de tirarse algunos, que como sople viento caes en Coria. Es el Puenting a la sevillana o mejor dicho a la trianera. El Puenting propiamente dicho es un bobísimo deporte de riesgo, que consiste en amarrarse unas cuerdas a los tobillos, fijarlas en la barandilla, y tirarse desde un puente. El Puenting a la trianera es lo mismo, pero sin amarrarse, en caída libre. Habrá viejos trianeros que me dirán que desde el Puente de Triana se ha tirado siempre la gente, aunque corrieran el riesgo de partirse la crisma si se daban con la zapata. Pero este riesgo inútil de ahora me suena a costumbre importada, como cuando llegó la moda italianizante de que los novios pusieran candados en las barandillas. Las mismas barandillas de amor donde por cierto se hicieron novios los padres de los Machado. Allí Antonio Machado Alvarez conoció a la mocita trianera Ana Ruiz Hernández, una tarde que Sevilla entera y Triana toda se fueron al puente, porque habían subido los delfines hasta la boca del león de las riadas y todos los noveleros querían verlos.

Nadie del Ayuntamiento, que yo sepa, ha tomado medidas para que la chavalería no se descrisme con el Puenting. Claro, como no son conductores, ni tienen nada que ver con el centro que vota al PP... Si en vez de tirarse de cabeza al río desde un puente trataran de entrar en coche al centro, verías tú el multazo que les arreaban. Que es el otro deporte sevillano de riesgo, el Multing. Que practica el Ayuntamiento contra los sevillanos. Tienen que hacer caja como sea, y multan por todo. A 90 euros el pelotazo quien entre al centro con el coche, ya me contarás lo pronto que se van a quitar de encima la deuda.

Pero ni Puenting ni Balconing. Me quedo con los clásicos deportes sevillanos que no tienen ningún riesgo, cual el Cruzcamping. O el Tapeing, en sus distintas modalidades olímpicas del Ensaladilling, el Caracoling, el Adobing y el Huevasaliñaing.

 

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