ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Camelancias de la bicicleta

Como el reconocimiento del pulpo de animal de compañía en el anuncio del Scattergories, vale, aceptamos bicicleta como vehículo de transporte urbano. La jerarquía es un grado, y más la Jerarquía de la Movilidad, cuyo pasodoble triunfal no quiero yo estropear a estos señores que se están cargando a Sevilla con mucho cuidadito, si es que no se la han cargado ya del todo.

Dicen que la escala de valores y de categorías jerárquicas del transporte urbano, según los nuevos dogmas por los que vela la Inquisición de la Modernidad, es la que sigue:

1.- El coche de San Fernando: el peatón que va un rato a pie y otro andando.

2.- La bicicleta.

3.- El transporte público: el autobús, el tranvía, el metro, el benemérito y sufrido taxi.

Pero de todo, lo que parece que más les gusta es la bicicleta. Ya dije, el «Todo por la Bicicleta» en plan «Todo por la Patria». Maldita sea la hora en que alguien le pagó un viaje a Amsterdam a un político en el que estoy pensando (porque pagando de su bolsillo no van ni de aquí a la Punta del Diamante), porque cogió onda, onda media y frecuencia modulada, y puso a Sevilla a pedalear por coj...inetes como en Holanda, olé, Holanda ya se ve. Se equivocaron de lema. No es «la Ciudad de las Personas». Es «la Ciudad de las Bicicletas». De los 637 millones de euros que debe el Consistorio (que dicen los cúrsiles en vez de Ayuntamiento) y de los 31 millones de su déficit, ¿cuánto es por culpa de la bicicletita dichosa, del derroche del carril bici?

Que no soluciona nada. La bicicleta como solución al transporte en la ciudad es tan inaudita como el famoso artículo «Bicicleta» del Espasa, el que ponía que había que llevar un camisón de dormir de seda y una pistola de fogueo para espantar a los perros. Puestos en Servicio de Documentación, no me vengan con que hubo Batallón Ciclista que se hizo famoso en ambos bandos de la guerra española. Esto de la bicicleta en Sevilla es una de las mayores fantasías que se han inventado. La mayor camelancia. La demagogia de presentar la bicicleta como progre y al coche como facha. La lucha de clases, traducida a dos ruedas y cuatro ruedas.

Aunque corten el centro y hasta la Ronda si se empeñan, aunque ZP se haga de los legionarios de Cristo y aunque se case el Papa, la bicicleta no es solución alguna para los sufridores vecinos de Sevilla, sobre todo del centro. De ninguna de las maneras la bicicleta puede sustituir al coche. Si es por dar por saco a los fachas del centro, vale, pero no me tome usted el pelo con el camelo de que la bicicleta es la solución al transporte. Seamos serios. A ver, que alguien que viva de la mamandurria del carril bici me responda a estas preguntas elementales de la vida cotidiana:

¿Cómo se lleva a los niños al colegio en bicicleta?

¿Cómo se porta la maxicosi de un recién nacido en bicicleta?

¿Cómo se traen las bolsas de la compra del Mercadona en bicicleta?

¿Cómo se acompaña al médico a la abuela, que tiene 70 años, en bicicleta?

¿Cómo va la señora embarazada que ha roto aguas al Sagrado Corazón en bicicleta?

Más comprensible es el Misterio de la Santísima Trinidad, con lo complicadito que es, que esta camelancia de que la bicicleta sea la solución para el transporte en Sevilla. ¡Tequiyá, Torrijos!

 

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