ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Yo no voy a la huelga

Esto de la huelga general...

—¿General? ¿Usted cree que general? Yo creo que esta huelga no va a llegar ni a comandante...

Bueno, pues esto de la huelga general transcurre en tal clima de libertad (tararí, mira cómo se me queda el dedo), que es como si ahora, después que haya puesto ese título, «Yo no voy a la huelga», se me entraran por la puerta del escritorio Ignacio Camacho, Ignacio Ruiz Quintano y Juan Manuel de Prada en plan piquete informativo...

—No les veo yo cara de piquete informativo a ninguno de los tres. Antes me imagino a Camacho, Prada y Ruiz Quintano haciendo de Trío Los Panchos y cantando «Reloj, no marques las horas», que de piquete informativo.

Déjeme usted proseguir, hombre, que se ve que está alterado con esto de la huelga y no hace más que interrumpirme. Que quería decirle que esto de la huelga general transcurre siempre en España, no hoy, sino siempre que la convocan, con tal clima de libertad y de respeto a todas las posturas (tararí, mira cómo se me queda el dedo), que es como si ahora me viniera el piquete «informativo» de mis compañeros (y compañeras) y me informara que me van a echar silicona en el teclado para que no pueda escribir este artículo.

Eso es lo más bonito de los derechos constitucionales y de la libertad de no ir a la huelga: la silicona y las ruedas pinchadas. O la propia existencia de piquetes «informativos» en la era de Internet, de los SMS y del correo electrónico. ¿De qué informan los piquetes informativos? Pues informan de que como entres a trabajar te pego un palo que te avío. La presente es la huelga más extraña que conoció madre. Es contra el Gobierno, pero poquito. El principal piquete informativo lo montó Rubalcaba antes de la huelga. Las huelgas generales intentan derribar el Gobierno. Esta quiere derribar el Gobierno... autónomo de la Comunidad de Madrid. Mucho hablar de la España autonómica, del agujero negro del derroche de dinero en las 17 autonomías, pero parece que estuviéramos aún en el Estado Centralista, más napoleónico que todos sus muertos: todo se centra y concentra en Madrid. ¿Pero esto qué es —dice un mariquita amigo mío—, una huelga general, o el chotis de Agustín Lara, con tanto Madrid, Madrid, Madrid? ¿Es que si se para completamente la Granja de Torrehermosa, con lo difícil que es parar la Granja de Torrehermosa, no tiene importancia ninguna? ¿Es que hoy, día de San Miguel, no existe en España otra cosa que Madrid?

Por eso igualmente no voy a la huelga: como protesta a la japonesa contra la imposición del centralismo madrileño que creíamos superado. Como no vivo en Madrid, si dejo de escribir no le importa a nadie. Ni siquiera estoy en servicios mínimos. Eso de los servicios mínimos me hace mucha gracia en esta absurda huelga general contra la oposición, los empresarios y la Banca, tan surrealista que intentan que cuatro millones y medio de parados dejen hoy de trabajar. ¿Por qué servicios mínimos y no máximos si los trabajadores así lo quieren? Si se presenta a trabajar toda la plantilla de los autobuses de mi barrio, ¿por qué no ha de funcionar la flota entera, en vez de sólo los servicios mínimos? ¿Quién está en huelga, el currelante o el Gobierno, contra la oposición?

Tan rarita es esta huelga, que hasta la puede ganar... Rafa Nadal. Como todo.

 

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