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Por más que sea general creencia que los campanilleros son música popular sevillana exclusiva de la Navidad, me gusta recordar que estos coros salían también en otros tiempos litúrgicos, como la Semana Santa o el Día de los Difuntos, cantando coplas alusivas a tales conmemoraciones. Los campanilleros de Semana Santa se perdieron, y sólo los recuerda la popular marcha de López Farfán, dicen que inspirada en la tonada del coro de Santiago de Castilleja, marcha que tenía letra: «En la cima del Monte Calvario, entre negra nube...»
Pero los campanilleros de Ánimas siguen existiendo; si no en la capital, como antaño, sí en Mairena del Alcor. Los mantiene y conserva el coro de la Real y Muy Antigua Hermandad del Santísimo Cristo de las Ánimas Benditas del Purgatorio, María Santísima de las Tribulaciones y Nuestra Señora del Carmen. En nuestra barroca cultura de la muerte, la Hermandad de Ánimas de Mairena celebra en estos días vía crucis penitencial y novena por los difuntos, en la que el coro canta las viejas coplas de campanillas. Según su recopilador Carlos José Romero Mensaque, «la mayoría de estas composiciones parecen datar de la segunda mitad del siglo XIX y primer tercio del XX, aunque algunas pueden remontarse a fechas anteriores, concretamente su época de apogeo: siglo XVIII y primera mitad del XIX». Más que la pluma popular, se ve en ellas la mano de clérigos en letras sobrecogedoras, que no nos resistimos a transcribir como conmemoración del día de los Fieles Difuntos, según los textos que nos envía doña Ángela Arias Guillén:
«Es noviembre el mes de los difuntos/y hace su Novena nuestra Hermandad/y en la calle los campanilleros/llegan a tu puerta para recordar/que si vas a misa no puedes olvidar/a los tuyos que un día se fueron/y ahora de ti esperan esa caridad.
«Calaveras y huesos cruzados/forman el escudo de nuestra Hermandad./ Sin quererlo están representando/todas las verdades de la Humanidad./Y el día llegará/en que aquí todos nos encontremos/para asistir al Juicio llamado Final.
«Malos huesos que unidos estaban/a la calavera que en la iglesia está/por deshechos y muy corcusidos/el día del Juicio ellos se unirán./Jesús bajará/de los cielos a juzgar los hombres,/la jura es muy cierta, más no hay dudar.
«El sonido de las campanillas/y nuestros clamores testigos serán/de que hacéis por las almas benditas/todo cuanto ellas puedan desear./Y el Señor dirá,/Padre mío, por estos devotos/ya nos vemos libres de tanto penar.
«Francisquito, Guillermito y Pepe,/Pablito y Chapito y otros muchos más,/las campanas de Ánimas Benditas/que ustedes tocaban, no se perderán,/que nosotros tomamos las riendas/que ustedes dejaron en nuestra Hermandad.
«Concluimos aquí en esta noche/los campanilleros con su obligación./No han temido ni al viento ni al agua,/ni algún contratiempo determinador./¡Viva su tesón!,/que aunque roncos todos han estado/ninguno ha faltado a su obligación.»
Tétricas y atormentadas pero hermosas y barrocas letras maireneras de la muerte y postrimerías, como un Valdés Leal cantado. Encomiable labor de conservación patrimonial de la Hermandad de Ánimas. Que nos hace escribir, imitando la letra de un fraile francisco en la Mairena del siglo XVIII: «Ni las flores ni los crisantelmos,/que el mejor recuerdo es una oración,/por las almas de los que se fueron,/de los que nos dieron su vida y su amor./Si será verdad,/que sus almas llevaron al cielo/los campanilleros por la madrugá».
