ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Neveras anticrisis

Siempre sospeché que El Arrebato tiene más entradas que el auditorio de La Cartuja y el teatro de la Maestranza juntos, y que por eso se pone en la cabeza esa especie de pañuelo-gorrete frontal que le tapa la delantera. Creo que regalan un viaje a la Riviera Maya al que haya visto a El Arrebato con la cabeza descubierta. Le pasa como a otro cantante, a El Barrio, que yo creo que hasta se ducha el tío con el sombrero encasquetado. Estos artistas con sombrero me recuerdan a uno que debía de tener tantos merecimientos que el Gobierno le concedió una de las medallas de Bellas Artes el año que el Rey las entregó aquí en Sevilla, en el Alcázar. Estábamos todos sentados con la antelación que marca el protocolo regio, y llegaron los premiados, a quienes pusieron como en el presbiterio, en bancos laterales, a modo de los testigos de una boda. Y este premiado que digo, con su pedazo de sombrero encasquetado. Vamos, que iba el tío de caballero cubierto ante el Rey, como antiguamente los grandes de España. Y como todavía no he aprendido a callarme, llamé a un señor de protocolo de la Casa de Su Majestad y le sugerí:

—Haga usted el favor de decirle a aquel imbécil que se quite el sombrero, que va a entrar el Rey...

El edecán fue a hablar con el artista del sombrero y al poco vino. Me dijo:

—Que dice que el sombrero forma parte de su imagen y de su personalidad.

Y me parece que no se lo quitó, y por ahí tiene que estar la foto del Rey entregando una medalla a un tiparraco con un sombrero puesto en su presencia.

¿Por dónde iba? Ah, por el pañuelo de El Arrebato, caballero cubierto del Sevilla F.C. El Arrebato le ha ganado a las neveras más que el señor Westinghouse y más que la casa Kelvinator. Antes de ser conocido por el himno del centenario se hizo rico y famoso con las neveras: «Búscate/un hombre que te quiera,/que te tenga llenita la nevera». El Arrebato, de momento, llenó su nevera bien lleno a costa de la que buscaba un hombre que se fuera al Mercadona y se la pusiera empetadita.

El Índice de Llenado de la Nevera (I.L.N.) es importantísimo para ver hasta dónde llegó el agua de la crisis. Las neveras cada vez están más vacías. Peladas. Tan peladas como dice Enrique Miguel Rodríguez que está la nevera de Marujita Díaz, que nada más que tiene dos fantas y una loncha de jamón de York, pero ya reseca. El vacío de una nevera pelada sólo se perdona por la elegancia del pijo que te dice cuando vas a su casa y te ofrece algo:

—Perdona, pero en la nevera nada más que tengo champán y caviar.

Y champán te lo dice así muy fassssshion: Sssssshampán, que parece que la botella ya ha sido descorchada y está espumeando. Se imponen las neveras anticrisis: cuanto más chicas, mejor. Lo ha descubierto Currito, un sobrino nieto del Sócrates de San Bernardo, de 14 años. Currito, nieto de Rafael Vázquez Garcés, viendo cómo su madre y su abuela hablaban de cambiar la nevera y de cómo tenía que ser la nueva, comentó sin descomponer la figura y como quien no quiere la cosa:

—Mamá, cuanto más grande sea la nevera, más se notan las fatigas.

Óoooooole. La genética, para lo bueno y para lo malo, es implacable y la frase lleva sabiduría de siglos y la reata de familia del maestro Pepe Luis Vázquez, a quien desde aquí y hasta su casa del barrio de Nervión le enviamos nuestras memorias de admiración y respeto.

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