ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


San Juan de Dios y los carretilleros

En el día de San Juan de Dios, la Orden Hospitalaria ha vuelto a abrir, completamente renovada, su Ciudad en Alcalá de Guadaira, de la que antes de inaugurarse me ha hablado excelencias el maestro Araujo. Los hermanos de San Juan de Dios siempre cayeron muy bien en Sevilla. Les pasa algo así como a las Hermanas de la Cruz. La gente ayudaba mucho a los hermanos de San Juan de Dios porque en su viejo hospital de Nervión atendían a los niños lisiados, como les llamaban en los años de la postguerra, en que la poliomielitis hacía estragos. San Juan de Dios era un hospital moderno, donde a los pobres niños paralíticos los sacaban en sus camas a tomar el sol en las terrazas. Para San Juan de Dios, que tal era el nombre popular del hospital, se hacían cuestaciones, rifas, tómbolas. Un gran protector fue el Marqués de las Cabriolas, que todos los años organizaba el traslado benéfico del piano desde el Manicomio de Er 77, allí al lado, en Nervión, hasta la caseta de Feria en el Prado. Mudaban el piano como los mozos de cuerda gallegos de la Plaza del Pan que evoca Cernuda en «Ocnos». Al piano le ponían tres palos atravesados a modo de trabajaderas, cubiertos con mantas de Recio el de la calle Lineros, y allí metían el cuello, al uso de los costaleros, seis voluntarios en el traslado, por turnos. Que para ello tenían que dar una limosna para San Juan de Dios. Los de la Peña Er 77, El Marqués, El Conde de la Natilla, Hilario y el resto de concurdáneos, se lo pasaban en grande durante la benéfica mudá, en la que el aguador de la humanitaria cuadrilla repartía abundante mollate, de manera que llegaban al Prado tras haber cogido un buen dinero para San Juan de Dios... y una tajá de caracolillo.

Este espíritu sevillano de ayuda a San Juan de Dios lo reverdeció Paco Amores, aquel gran periodista de raza, el ceutí inolvidable redactor de ABC. Amores trabó amistad con Fray Serafín Madrid, superior de la Orden Hospitalaria en Sevilla, quien como lo de Nervión se había quedado pequeño, quería construir en Alcalá la Ciudad de San Juan de Dios. Amores movió cielos y tierra. Hizo que el gobernador Utrera Molina tirase de los hilos de la ayuda del Gobierno. Y Sevilla se movilizó a favor de San Juan de Dios, recaudando fondos para su Ciudad en Alcalá. Amores consiguió hacer toda una campaña nacional para los niños de San Juan de Dios, en una tarea parecida a la actual de María Luisa Guardiola con los enfermitos de Andex. De todas las iniciativas de Paco Amores, la más pintoresca fue la de Los Carretilleros. Organizó unas caravanas para recaudar fondos, en las que periodistas y locutores de Sevilla recorrían las calles, cada uno con una carretilla de obras, pidiendo dinero a los viandantes. Las carretillas se llenaban de dinero. Con su banda de música delante, como está mandado en todo cortejo sevillano, allá que iban, cada uno con su carretilla y unos abrigos muy largos, Agustín Embuena, Pepín Cuesta, Juan Bustos, Antonio Gamito, José Antonio Blázquez, Manuel Alonso Vicedo, Lorenzo Ortiz, Paco Otero, Javier Smith, Ignacio García Ferreira, José María Requena, Manuel Ferrand, Manuel Benítez Salvatierra, Mariano Martín Benito, Juan Manuel Borbujo, Francisco Anglada... ¡media Asociación de la Prensa y media Radio de Sevilla! En recuerdo de aquellas campañas, quedan ahora en Alcalá unos azulejos con las cabeceras de los periódicos y los indicativos de las emisoras que hicieron posible la primera Ciudad de San Juan de Dios. Como un azulejo de papel, hoy quiero recordar a Paco Amores y a los carretilleros que levantaron la Ciudad de San Juan de Dios en Alcalá.

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