ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Mudá de la basura

¿Pues no que ahora que los mondrigones salen del armario van los corruptos y los tíos se meten dentro de él? Hablo, naturalmente, del armario de las actas de la Junta sobre los EREs, que anda que no le ha costado trabajito a Griñán entregárselas a la jueza Alaya, ante cuya actuación sin que le tiemble el pulso con los poderosos voy a Padilla Crespo y me compro un sombrero para poder quitármelo. Sombrerazo. Igual que hay restaurantes de dos tenedores y de tres, hay jueces de tres sombrerazos, de cuatro. La jueza Alaya es de cinco sombrerazos. Doña Mercedes Alaya ha terminado de un plumazo con la desesperación del No Passssa Nada. Con la jueza Alaya, Sí Passssa. Passssa que el Tío de la Mariscada es imputado por Mercasevilla, y passssa que los que se llevaron el dinero de los parados van a quedar como lo que son: unos trincones.

Pero íbamos con la llegada del armario al Prado, vamos de frente, vamos a darle un poquito de paso a esa trasera, bueeeeno, pararse ahí, izquierda alante, bueeeeno. Faltaba allí Alejandro Ollero. El traslado del Armario de la Basura desde San Telmo al Prado ha sido la más confortadora mudá de esta Cuaresma. Hombre, jueza Alaya, eso se avisa, lo hubieran puesto las páginas de Cuaresma en la agenda: «A las 12, Mudá del Armario de la Basura a los Juzgados». Hubiera juntado gente. El armario iba en la mudá no como las parihuelas en su traslado desde el almacén, sino como los pasos en Semana Santa: hasta con la Guardia Civil dándole escolta. Y seguro que había por allí un oficial del juzgado que les decía a los fotógrafos que cangrejeaban en la bulla de la delantera: «¡Señores, vamos a colaborar con la hermandad!». Mi duda es si en la carretilla llevaban una casé con marchas. Le pegaba tela. Ahora, hecha la mudá, la jueza Alaya, como priostesa de la Cofradía de la Vergüenza, irá montando el paso del peso de la ley, y fundiendo la cera de la tela marinera, y verá usted todo lo que va a salir de ese armario hasta el día del retranqueo de los imputados hasta el banquillo.

Esa es la versión sevillana y cofradiera del armario. Aunque el padre de Iván ha dado otra. El padre de Iván ha dicho que todo esto, claro, es culpa del PP. De que estos tíos tengan tan poca vergüenza, ya se sabe, tiene siempre la culpa el PP. Por supuesto. Y ha dicho el padre de Iván que todo esto lo ha liado Javier Arenas, al que ha nombrado con un cargo precioso: «Jefe del Departamento de Basuras del PP». Pues naturalmente: Arenas es el que se encarga de retirar sus basuras de ustedes. Choque usted esos cinco, señor padrazo de Iván y de Paula. Tiene usted toda la razón. Arenas, en efecto, es el Jefe del Departamento de Basuras del PP. Departamento que es como un Lipasam, el que se encarga de retirar de la vía pública de la política todas las basuras que a lo largo de treinta años de poder omnímodo han ido echando los barandas, cogecosas, conseguidores, comisionistas, mindundis, trincones y mangones del Régimen Andaluz. Vamos, es que el padre de Iván lo ha clavado. El PP viene de camión-escoba de la basura que ha dejado en Andalucía el poder infinito de estos tíos del Régimen Andaluz que confunde Junta con PSOE y PSOE con Junta. Como ese camión de Lipasam que recoge las porquerías de la carrera oficial cuando han pasado las cofradías. O como en el Charco de la Pava después de las botellonas. El día de la desarmá del Armario, el 22-M, sabremos cuántas toneladas de mierda política y penal ha tenido que recoger el Departamento de Basuras del PP.

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