ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


El Carmen

Hay Vírgenes de llevar traje oscuro y verlas bajo palio, entre vencejos y naranjos en flor, y hay Vírgenes de chaquetas blancas y abanicos, a las que más que encenderles velas, se les tienden las blancas velas de los toldos, de azotea a azotea, en las calles de la calina, en los días que ya, ay, se van haciendo más cortos tras la sanjuanada de junio, cuando la luz era tan larga entre buganvillas y magnolios y tardaba tanto la noche en venir.

Son las Vírgenes del Verano. La Virgen de julio, la Virgen de agosto y la Virgen de septiembre. Hoy es la Virgen de julio. El día de la Virgen del Carmen. En la calle Pureza, ante una Virgen de abril que tiene el áncora marinera en el escudo de su hermandad, la Armada Española celebrará lo que los marinos llaman «El Carmen». Hay una Sevilla marinera que hoy, que es la Virgen de julio, que es la Virgen del Carmen, celebra su día. Tiene algo de un San Fernando en miniatura esa Sevilla de un marinero con un lepanto donde pone «Comandancia de Marina», que hace guardia vestido de blanco en el Pabellón de la Armada en la Exposición del 29, junto al embarcadero donde todavía se conserva el sepia de las fotos del Rey Don Alfonso XIII subiendo a un destructor. La gente no lo sabe, pero la Armada tiene en Sevilla lo más insólito del mundo: un buque de piedra, donde en los días de fiesta grande, como hoy, que es la Virgen del Carmen, ondean los castillos y leones del torrotito de proa, vamos, como si el Almirante Bonifaz acabara de romper las cadenas moras del río para que San Fernando tomara la ciudad, esas cadenas que dice la leyenda que son las mismas (las mismitas, que yo lo sé), que están ahora en las Gradas de la Catedral, entre columna y columna, para que se columpien los chiquillos y se hagan fotos los turistas. Ese sevillano buque de piedra, fondeado con el ancla de la Esperanza de Triana en la orilla ribereña del mejor cahíz, es la Torre del Oro. Debería estar en la lista de buques de la Armada, su propietaria y conservadora como Museo Naval.

Es muy secretamente sevillano este día de la Virgen del Carmen en que empezaban los baños en Chipiona y en Rota. Sevilla, que casi es puerto de mar, tendrá de nuevo su procesión marinera fluvial con la Virgen del Carmen. Con la Virgen del Carmen más íntima, la de la Capillita del Puente, ante la que rezan los trianeros cuando vienen a Sevilla, como diciéndole adiós al barrio. Y de punta a punta, en el Arco de la Macarena, donde la rueda de un carro a un niño pilló en la copla de los campanilleros, aún está su madre, triste y afligida, echándole un escapulario de la Virgen del Carmen. Del Carmen de San Gil, naturalmente. Escapulario que tengo en mi escritorio, que me lo mandaron sus hermanos, por si alguna vez me coge la rueda del carro que usted sabe no me lo tenga que echar mi madre, triste y afligida.

En Rota, hasta que no salía la procesión de marinera de la Virgen del Carmen y nosotros la veíamos desde la explanada de Casa Camacho en el muelle, no podían empezar los baños. Aquella procesión tenía mucho de Bucintoro veneciano, mucho de bodas de Rota con la mar. Tierra adentro, la Virgen del Carmen por la colación de San Gil, los marinos invocando a su Patrona en la calle Pureza o la procesión de la Virgen por el río tienen algo de las bodas de Sevilla con el verano. En el cielo se alquilan balcones para este casamiento que se va a hacer, que el día de la Virgen de julio se casa Sevilla con la calor. Y para celebrarlo se toma un carmen en Ochoa.

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