ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Turistas viendo turistas

LA primera vez que fui a Venecia no se me ocurrió cosa mejor que viajar en pleno mes de agosto, ojú, y más que ver la Serenísima lo que me harté fue de ver japoneses. Venecia había sido conquistada por los japos como las islas del Pacífico en la II Guerra Mundial. En los días que estuve en un hotelito la mar de simpático y agradable de la Riva degli Schiavoni no vi un solo veneciano, quitando el personal de vaporetos y góndolas, todos eran japoneses.
Sevilla se ha aveneciado en cuanto destino turístico universal, en bendita sea la hora. Los turistas son los que nos van a sacar de la ruina que tenemos en todo lo alto. Pero a Sevilla, ay, le está pasando como a Venecia. Leo con alegría que en este puente de Todos los Santos los hoteles han estado hasta la corcha, especialmente los del centro, como el Inglaterra y el Doña María. Y que la Catedral y el Alcázar han batido sus marcas de visitantes. Y que ha habido en Sevilla igual número de turistas que por Semana Santa y Feria. Tantos, que yo creo que a los turistas les ha pasado como a mí me ocurrió en Venecia aquel verano, que no han visto un solo sevillano, sólo turistas. Que no han visto más sevillanos que los cocheros de caballos, los dueños de las tiendas de camisetas del barrio de Santa Cruz e islas adyacentes y los camareros de esos bares que han conseguido dejar a la calle Mateos Gago sin aceras, que no hay forma de pasar por ellas con tanto velador, ¿verdad, Victoria Loscertales?, y hay que echarse a andar por medio de la calle, a pique de un repique de que te pille un taxi.
Gerardo Diego, una vez que vino a la Feria, la describió en un verso perfecto: «Sevillanas bailando sevillanas». Si ahora volviera, seguro que en su poema pondría algo así como lo que he dicho: «Turistas viendo turistas». Los turistas en Sevilla vienen a ver lo que ven los turistas, donde sólo se encuentran turistas y ni un solo sevillano. Pasan por calles enfocadas para el turismo, que perdieron toda su esencia y toda su belleza, envilecidas y degradadas por siete mil millones de comercios de fortuna especializados todos en lo mismo: camisetas con chistes malos sobre la calor y la siesta; azulejitos de Triana... hechos en Talavera; trajes de flamenca horrorosos para las chiquillas fabricados en China y delantales de faralaes. ¿Cuántas de estas tiendas hay en todo el perímetro del barrio de Santa Cruz y desde la calle Alemanes por el itinerario turístico que por García de Vinuesa va a la plaza de los toros, al río y a Triana? ¿Es Sevilla lo que ven los turistas? ¿Eso qué es, Dios mío de mi alma? ¿Es Sevilla una Catedral convertida en museo, un barrio de Santa Cruz degradado en zoco, cuando no en un inmenso paellador de ese arroz prefabricado que se creen los turistas, los pobres, que es el plato típico sevillano, la paella para coger desconchones y la sangría de garrafa?

Pero Sevilla resiste. Ahora, ahora, de Tosantos a San Clemente, vienen unos días secretamente maravillosos del otoño sevillano, para nosotros solos, cuando hay una luz única y se han ido ya los turistas de los puentes, que no volverán hasta la Purísima. Los puentes... Cuando la Expo hicieron muchos puentes. Ninguno tan rentable para Sevilla como los puentes que voy a decir: el del Primero de Mayo, el de Todos los Santos y el de la Purísima. Los turistas no vienen a ver esos puentes de la Expo, ni Las Setas, ni la Torre Pelli de los demonios. Los turistas vienen a ver la Sevilla que ven los turistas y a comer donde Juan Robles y sus cientos de imitadores. Como la General Motors y Estados Unidos, lo que es bueno para Juan Robles es maravilloso para Sevilla.

 

Articulos de días anteriores

Ir a página principal (Inicio) de www.antonioburgos.com

 

Para buscar dentro de El RedCuadro

 
    

 

Correo Correo

Clic para ir a la portada

Biografía de Antonio Burgos


 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España. 
¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio