ES más noble reconocer los méritos ajenos desde la objeción que desde el coro de agradadores que se rompen las manos aplaudiendo. Lo digo porque tengo que inventar una nueva cocina para la papirofagia. Me explico, a ver cómo están más pasables, masticables y digeribles los papeles que metengo que comer. ¿Qué papeles? Pues los papeles de los artículos donde quedaba reflejada, nadando contra corriente por cierto, mi incredulidad ante todo el tinglado de la Copa Davis. Dije que mejor hacer inversiones productivas que organizar estos cacaos maravillaos de la pelotita y la raquetita de la flamenca. Dije que la Davis eran pan para hoy y hambre para mañana, que no decrecía el número de parados y que no dejaban de pegar el barquinazo las empresas a pique de un repique.

Bueno, pues aunque sea pan para hoy y hambre para mañana, he de reconocer que la idea de la final dela Copa Davis en Sevilla, y además en los días señaladitos del Constitucional Puente de la Purísima, ha resultado un éxito. Total. El apoyo de Zoido a la idea del sevillano Escañuela, o viceversa, ha resultado un inmejorable arranque de popularidad y triunfo para la alcaldía de los 20 concejales, 20. Ya es raro que en Sevilla tenga éxito popular algo que no sea gratis, en la calle y con tambores y cornetas. Todo lo contrario: la Copa Davis era en recinto cerrado, de paganini y sin banda de Las Cigarreras. (Bueno, y de gañote y válvula también. ¿Cuántos campeones del deporte hispalense del Gañoting había en las gradas y palcos del estadio mal llamado Olímpico? Me gustaría ver la lista...) Yo, quizá porque esté como una cabra harta de papeles, de comerse sus propios papeles, me equivoqué con el comportamiento de los sevillanos. No tuve en cuenta el Efecto Expo. Si a la Expo la salvaron los propios sevillanos, yendo una y otra vez a La Cartuja hasta alcanzar el número de visitas previsto, a la Copa Davis la han salvado los mismos sevillanos entusiasmados, y también en La Cartuja. Aunque no fueran al estadio. Aunque no lo vieran en la tele. Quien se paseara por el centro ayer y el sábado vería que los sevillanos iban con cara de Expo, extasiados ante las luces de Navidad, que en catalán es Nadal, como Rafa. Soy testigo, en la Avenida, frente al Sagrario, sentado en la terraza del Mascarpone, de lo que dicen los sevillanos a eso de las 7 de la tarde cuando se encienden las neoyorquinas luces de Navidad:

—¡Oooooooooooooooooh!

Están encantados. Zoido, que nos conoce más de lo que yo creía, se ha trabajado tenazmente a los sevillanos del «esto está pressssioso», de ahí su victoria. Sevilla está presssssiosa con la Copa Davis. Sevilla está presssssiosa con las luces (absolutamente laicas) de la Natividad de Cristo. Sevilla está presssssiosa con los Aves a reventar y con los hoteles llenos, y con Zoido arreglando la huelga del aeropuerto. Sevilla está presssssiosa con la calle Tetuán con tanta gente comosilas Cigarreras fueran a entrar en la carrera oficial. Los sevillanos han estado el fin de semana entusiasmados con este modelo de Sevilla como Parque Temático de sí misma. Y nada digo de los turistas. Pero el éxito de Zoido ha sido de cara a los sevillanos, no de cara a los turistas ni de cara a la propia Copa Davis, que, total, lo que ha salido por televisión ha sido una cancha de una tierra batida que ni siquiera era de albero de Alcalá y que lo mismo podía estar en Melbourne que en Otawa. Yo por la tele no he visto propaganda turística de Sevilla alguna. En cambio, en las calles abarrotadas, en la cara de Expo que se les ha puesto a los sevillanos, sí he visto el primer gran triunfo de Zoido en la alcaldía, y que se mueran los feos, digo, los griñanes. La ensaladera es suya, Don Zoido. La ensaladera, el aceite, el vinagre, la lechuga, el tomate, la cebollita picada, todo. Con esaensalada de guarnición me entrarán mejor los papeles que tengo que comerme.