ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


El año de La Pepa

Nuestro almanaque está hogaño un poco achinado, así como tiene los ojos José María Manzanares o el semblante Alejo Vidal-Quadras. Pues como los chinos tienen el año de la Cabra y el año del Dragón, nosotros celebramos en este 2012 el Año de la Pepa. Que es el año de Cádiz. Las ciudades hermosas, como las señoras guapas, no tienen edad, cosa que le ocurre a Cádiz. Pues lo mismo que hay señoras que se plantan en los 50 y deciden no cumplir más años, y cuando le preguntan siguen diciendo que tienen esa edad, así Cádiz se quedó en los 3.000. Ya hace muchísimos años que Cádiz tiene 3.000 años, pero por ella no pasan las Nocheviejas ni las campanadas de la Pantoja. Cádiz decidió a mediados del siglo XX que no cumplía más años que sus 3.000. Como en el retrato de Dorian Gray, los años los cumple por ella su Constitución. Que, como la vieja Gades, tiene nombre de mujer: La Pepa. La Pepa parece un nombre arrancado del reparto de "Cuando las Cortes de Cádiz" de Pemán, como Lola la Piconera. Pemán hizo Piconera a Lola, y las gaditanas van desde entonces vestidas de piconeras a modo de traje típico regional, no se van a disfrazar de etiqueta de Anís La Asturiana, joé. Pero también podía haber hecho un personaje de Pepa la Piconera, y las gaditanas irían ahora vestidas como la Matrona Hispania del Monumento a la Constitución de 1812.
Como Bicentenario suena más bien a conmemoración de la independencia de los Estados Unidos, aquí nos gusta más hablar del Año de la Pepa. Mote que, al ser promulgada como saben el día de San José de 1812, se le quedó a la Constitución de Cádiz. Más que mote fue la condensación de una copla de Carnaval. El coro de los padres de la Patria de "los españoles de ambos hemisferios" había cantado su tango liberal, pero faltaba el estribillo de una chirigota, el golpe de gracia. Vino entonces Cádiz y le puso La Pepa a su texto constitucional.
En el que seguimos encontrando muchas cosas que ahora echamos en falta. No digo ya la parte del hemisferio que España perdió con la emancipación americana. Total, más se perdió en Cuba. Hablo, por ejemplo, del Artículo 13. A pesar de la mala pata que da el 13, miren qué maravilla escribieron los constituyentes doceañistas con ese numerito de tocar madera: "El objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin último de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen". ¿Pero han visto qué maravilla, que el texto fundamental de la Nación Soberana se preocupe de la felicidad de los españoles? ¿Qué Gobierno, qué Cámara alta o baja, qué observatorio o empresa pública se preocupa ahora de la felicidad de los administrados? Hemos cambiado la Felicidad de la Nación por el Estado del "Bienestar de los individuos que la componen" y nos importa un rábano que la gente esté cabreada, angustiada, harta de coles. Aquí se creó el absurdo de un Ministerio de Igualdad, título cretinete que por cierto ha heredado alguna cartera del presente Gobierno, pero nadie se preocupó nunca de fundar el Ministerio de la Felicidad. Por la cosa de entrambos mares y entrambos hemisferios, aquí la felicidad se la dejamos a Palito Ortega: "La felicidad, ja, ja, ja, ja, de sentir amor..."
La mejor forma de celebrar el Año de la Pepa sería que el Gobierno proclamara oficialmente que, como en 1812, "su objeto es la felicidad de la Nación". Pues nada: en vez de felicidad, recortes y más recortes, y subidas y más subidas. Así que más que las Cortes de Cádiz de 1812 vamos a tener que celebrar los Recortes de Madrid de 2012.

 

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