Hay días en que se reconcilia uno con Sevilla, en la eterna relación de amor-odio que sus amantes tenemos con la Vieja Dama, porque llega una excepción a la regla del No Passsa Nada. Hoy es uno de ellos. Hoy me he reconciliado con Sevilla por una parte de ella que creemos no existe, pero que da últimamente gozosos testimonios de vida: la sociedad civil. Solemos decir que aquí falta sociedad civil, que no hay más sociedad civil que las cofradías, que son de carácter religioso. Pero la sociedad civil, como digo, existe. Es más: el perfil de Sevilla, su horizonte histórico, la imagen de la Giralda solitaria recortada en el cielo azul Murillo Inmaculada seguirá existiendo gracias a la sociedad civil. A una entidad de la sociedad civil: la Plataforma Túmbala. Los sevillanos del Túmbala, a los que felicito, son quienes han paralizado la malhadada, derrochona, cateta e incívica Torre Pelli. Como otra parte de la sociedad civil, los vecinos del Prado, paralizaron otra locura, la mamarrachá con toga, birrete y muceta rectorales de la Biblioteca de la Universidad. Es decir, que la paralización de estos dos grandes atentados gravísimos contra el patrimonio histórico de Sevilla no la han logrado los políticos, sino la sociedad civil. Que a la vista está que puede existir, que existe y que, cuando se pone en pie, desborda a los políticos, como ha sido el caso del Túmbala con la Torre Pelli: la tumbó.
Dicho lo cual (ojú, me ha salido en tertulianés), añado que está muy bien lo del alcalde, cargarse de prudencia, de paciencia y de argumentos de autoridad antes de hacer lo que le pedía el cuerpo (como a tantos nos lo pedía), que era paralizar inmediatamente la locura de Pulido y Abrillantado de Suelos de Oficina. A mí, la verdad, me hubiera gustado que, locura por locura, la Torre Pelli se hubiera parado el mismo día que se derogó el Plan Centro. La Unesco aquí no pintaba nada. ¿Es que la voz en contra de los sevillanos o la opinión de la Real Academia de Buenas Letras y de tantos expertos en patrimonio artístico o 20 concejales, 20, valían menos que la Unesco? Mucho hemos esperado con la Unesco, mientras Cajasol, con nocturnidad, alevosía y trabajo hasta en los festivos, ha seguido levantando plantas del rascacojones inútil de 43 pisos, en una ciudad que tiene 150.000 metros cuadrados de locales de oficinas vacíos. Pero como bien está lo que bien acaba, felicito muy especialmente al alcalde. ¿Usted no ve, Don Zoido? Para esto sirven sus 20 concejales, 20: para ponerlos encima de la mesa cuando es menester. ¡Con dos co...ncejales más que 18!
Y leyendo lo que el otro día anunció Cristóbal Montoro, diputado del PP por Sevilla y ministro de Hacienda, lo de pedir responsabilidades penales a los que tiran nuestro dinero, esto no debe de quedar ni aquí ni así. De indemnizaciones a Cajasol, ni mijita, señor Zoido, ¿eh? Aparte de responsabilidades políticas, aquí hay que pedir responsabilidades penales por haber dilapidado 250 millones de euros (que son 41.597 millones de pesetas) en atentar contra la esencia monumental de Sevilla. El Banco de España debe pedirlas a Cajasol y el alcalde, a los responsables del anterior Ayuntamiento que dieron la licencia, con un tufo a prevaricación que llega al Patrocinio. Menos mal que Cajasol es Banca Cívica, porque yo no sé qué hubiera hecho si llega a ser Banca Incívica... Si Cajasol quiere gastarse el dinero de sus ahorradores e hipotecados, que restaure y rehabilite cuanto antes su antaño maravillosa Residencia Tartesos para la tercera edad en la Plaza de Molviedro, que se quedó cuando absorbió al Monte de Piedad y que inmediatamente cerró y dejó medio hundirse, cuando hay tantas familias buscando acomodo para sus mayores.