ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Qué niñas tan altas

Suelen salir periódicamente estadísticas que demuestran que los españoles cada vez somos más altos. A algunos cortetes la estadística nos llega demasiado tarde, cuando no hemos podido dar el estirón y nos hemos quedado en bajitos solemnes. En fastidiadores de las estadísticas, vamos, que dicen que los chavales son todos dos palmos más altos que sus padres y tres que sus abuelos.
-- Cuestión de alimentación...
Evidentemente. No es lo mismo criarse con los coletazos de las cartillas de racionamiento, venga chícharos y venga garbanzos, y muy poquita carne en las papas con carne, que crecer a base de proteínas y vitaminas. Y no es lo mismo la lactancia con harina lacteada o pelargón, que los biberones hechos directamente con factores de crecimiento.
No hacen falta esas estadísticas sobre estatura. Basta ir por la calle y observar lo altísimas que son ya casi todas las chavalas jóvenes, que parecen esas modelos que se casan con los futbolistas. ¿Usted ha visto qué niñas tan altas, con esas piernas larguíiiiiisimas, hay por ahí? Unos amigos, altos los dos, el padre y la madre, tienen unas niñas con las carreras recientemente terminadas, que eran altísimas cuando Sevilla estaba lleno de bajitas. Las dos trabajan en el extranjero y vuelven a Sevilla a ver a sus padres por las Pascuas, por Semana Santa, quizá para el Rocío, usted sabe. Y una de ellas, recién llegada de la capital europea donde trabaja, le dijo una mañana de Navidad a su madre, toda sorprendida:
-- Acabo de venir de la calle Sierpes y me he fijado que ya no soy la más alta, mamá. Hay niñas en Sevilla mucho más altas que yo. Y también he observado que ya no llamo la atención por alta, que ahora soy como del montón...
Es la mejora de la raza que advertí en Capitanía hace ya años. En las grandes solemnidades, daban guardia en los salones de Capitanía soldados vestidos con viejos uniformes celestes de gala de Caballería, procedentes del Regimiento de Sagunto. Con su casco reluciente, sus botas de montar y su lanza con la bandera de España, rendían honores a las autoridades. Pregunte un día, al ver aquello sin lanceros de Caballería rindiendo honores, por qué ya no había esa guardia de soldados vestidos de antigua gala. Supe entonces cómo hemos crecido los sevillanos, los españoles. Me dijeron:
-- Es que esos uniformes eran auténticos, antiguos, no de guardarropía, del Regimiento de Caballería Sagunto 7. Y eran todos de las tallas que entonces tenían los reclutas, bajísimos todos. Tú observarías que los soldados que se vestían con aquellos uniformes eran todos bajitos, ¿no? ¡Pero es que ya no encontramos bajitos! Ya a todos los soldados les están chicos, estrechos y cortos de mangas y de pantalones esos uniformes de gala de los reclutas de hace cuarenta o cincuenta años.
¿Que por qué cuento todo esto de las estadísticas de estaturas y del estirón que han dado nuestra chavalas, que parecen todas modelos, de altas que son? Por la Torre Pelli. Sí, por la Torre Pelli. Está bien que las muchachas de Sevilla sean cada vez más altas, porque no hay ningún canon de belleza que haga referencia a la estatura áurea, pero a la altura de la Giralda no le pongamos competencia. Cuanto más altas sean las niñas que vemos por la calle, señal de que estamos mejor alimentados y nos van mejor las cosas. Y cuanto más altas quieran los cretinetes que las promueven que sean las torres inútiles, señal de que somos más catetos y más temerarios destructores de ese patrimonio artístico que es el alma del turismo, del que vive esta ciudad tiesecita y a dos velas.

 

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