Cada vez hay más gente en los bares que no está de charlita con el amigo, sino muy concentrada y absorta mirando el teléfono móvil y pasándole el dedo por la pantalla como si estuviera comprobando que no tiene ni una mota de polvo. Dicen que los niños no juegan ya con otros niños porque están siempre aislados con su nintendo. Bueno, los niños y los que no son niños. Nos pasamos la vida ante pantallas: del teléfono, del ordenador, de la tele. Yo he visto en una cafetería a cinco chicas muy monas y modernas sentadas en una mesa, y ninguna le dirigía la palabra a la otra. Cada una estaba embebida en la pantalla de su móvil, de su esmarfón, sin hablar con nadie. La una, mandando una foto por el Guasapp. La otra, contestando a un SMS. La de más allá, mirando si La Vane está ya en sus direcciones del Viber para hablar gratis con ella. Otra, mirando en la aplicación del Weather Channel lo de este frío que hace. Y todas reenviando mensajes, fotos y archivos sonoros, como el del cateto que estrenaba teléfono con cámara digital incorporada y se hartó de hacer fotos a todos sus animales en el campo, hasta que le salió un aviso:
-- Memoria llena, borre archivos.
Y va y dice el cateto:
-- ¿Ar chivo ví a borrá, si es el que mejón má salío?
Los teléfonos móviles han reinventado por lo civil aquellas devotas cadenas de San Antonio, que como las copiaras y se las mandaras a cinco amigos te condenabas. Ahora nadie te dice que debes reenviar lo ocurrente, gracioso o divertido que hayas recibido, pero los adictos a la telefonía inteligente se sienten en la obligación de mandarla a sus amistades. ¡Total, como por Guasapp es gratis...! Hasta hace muy poco, estos chistes gráficos, fotos con guasa o archivos de humor sólo se recibían por Nochebuena y por Nochevieja, cuando los móviles echaban humo con los SMS. Ahora, gracias al Guasapp, se reciben y envían en todo tiempo. A cuál más divertido. ¿A usted no le han mandado la foto de Urdangarín con el logotipo de la cadena de tiendas Mango? ¿A usted no le han mandado cierta foto de familia con un chorizo Revilla incorporado? ¿Y usted no acaba de recibir la Carta a Siberia? Es lo último y más actual y divertido. Sevillana por los cuatro costados. A mí me la ha mandado mi apoderado Joaquín Moeckel, que junto con Fernando López Carrasco es mi proveedor oficial de estas guasas, Fernando por correo electrónico, Joaquín por Guasapp.
La antológica Carta de Andalucía a Siberia es un archivo gráfico. Sobre el fondo de la foto de una montaña nevada, viene un texto que dice: "Estimados amigos siberianos, desde Andalucía os deseamos de todo corazón que este verano os entre una ola de caló de la misma Estepa sevillana, acompañá de un terral malagueño de origen subsahariano que alcance los 50ºC y que os aséis tós. Que me cago en Siberia y en tó vuestros muertos". Inmejorable. Ahí sí que hay un inagotable filón de I+D, ahí sí que somos innovadores y emprendedores, en el ingenio popular andaluz. ¿Quién ha escrito esta anónima carta a Siberia? Yo se la mandé por Guasapp a Fernando Casas Ciria, al genial Bati de Cádiz, quien la reenvió a Fernando Santiago, citando su procedencia. Razón por la cual mi querido y leído Fernando Santiago me ha atribuido públicamente su autoría en su blog "Con la venia" del "Diario de Cádiz". ¡Qué más quisiera yo, Fernando! Ojalá se me hubiera ocurrido a mí esa carta, tan nuestra. Porque, la verdad, cada vez que salgo a la calle y me da en la cara esta pelúa, arrecío, me acuerdo de los muertos tós de Siberia, que en vez de mandarnos aquí este frío se lo podía meter por el mismísimo culo.