No es que yo sea nacionalista sevillano, que lo soy, pero me chirrían en el oído las voces que emplean los forasteros que quieren dárselas de enteradetes en asuntos de nuestra ciudad. Y nada digo de esa octava plaga de Egipto que forman los tertulianos radiofónicos o televisivos cuando hablan de tradiciones sevillanas. Lo digo por "los faralaes", mote que este ganado le ha puesto al traje de flamenca. Lo digo por "la Maestranza", mote que le pusieron a la plaza de toros de Sevilla y cualquiera se lo quita... Lo digo por "los vinos" que aseguran nos tomamos los sevillanos en los bares, "unos vinos", no una cervecita o una copita de fino, no: "unos vinos". O unos chatos, también dicen; cuando aquí no ha habido más chato que el bético Chato Moguer o El Chato Morales, aquel efectivo jefe de Policía.
Y lo digo sobre todo por las que llaman "calesas", y que me mueven a escribir este artículo. He descubierto que para los ganapanes madrileños de la prensa, radio y televisión llamadas del corazón o rosa, todo carruaje de tracción animal es en Sevilla automáticamente "una calesa". Cuando en Sevilla no se ve por la calle una calesa por lo menos desde tiempos de Bécquer. Nunca ha habido últimamente calesas. Que es un tipo de coche de caballos que viene perfectamente definido en el DRAE: "Carruaje de cuatro y, más comúnmente, de dos ruedas, con la caja abierta por delante, dos o cuatro asientos y capota de vaqueta". La calesa es de los grabados de Goya, no de Sevilla, hijos, y mucho menos de su Feria. Para estos ignorantes, un coche de caballos de los de alquiler, un pesetero, es "una calesa", cuando no hay una sola de ellas en el servicio: todos son o milores o sociables o manolas. Y un faetón, una carretela, un break, un vis a vis, cualquier carruaje, es para ellos "una calesa".
El colorete "Hoy Corazón" que se repartió con ABC el domingo traía en portada un reportaje de Beatriz Cortázar sobre Alfonso Díez, titulado "La nueva vida del Duque de Alba". Donde habla, naturalmente del "Palacio de Dueñas", el mote que esta gente, en sus sevillanicidios, le tiene puesto a la Casa de las Dueñas, que aquí no hay más palacio que el Arzobispal y San Telmo. Y como no podía faltar, pone Beatriz Cortázar lo de las calesas, claro. Dice que hasta aquí llegó el agua de la crisis, hasta Las Dueñas, y que Cayetana anda recortando gastos como todo el mundo: "Como ya hiciera el año pasado, esta Feria de Abril tampoco sacará sus calesas de paseo". Esto es lo más grande del mundo. Beatriz Cortázar ha confundido los coches de caballos de la Casa de Alba con Flashito, el perro de Cayetana. Da a entender que la Duquesa "saca sus calesas de paseo" como quien saca el perro a mear, joé... Pues mire usted, doña Beatriz: ni con crisis ni sin crisis; ni el año pasado, ni el anterior, ni el otro; la Duquesa de Alba no sacará sus calesas porque nunca las ha sacado, porque en Sevilla nunca hemos sacado calesas para la Feria, hija. Ni que Cayetana fuera Sarita Montiel: "Iba en calesa pidiendo guerra..." La Casa de Alba nunca sacó una calesa...al menos de Goya a esta parte. Lo que saca la Casa de Alba ni siquiera son coches de caballos, hija: son coches de mulas, un coche de campo tirado por un tronco de villalonescas mulas castañas, con los heráldicos borlajes amarillos y azules. Y los carruajes que se ven en Feria o los que están en las paradas de punto esperando turistas son coches de caballos, hija, nunca calesas, a ver si os enteráis, so catetos. Claro, como el Club de Enganches no os ha pagado todavía el Ave y el hotel para que vengáis a pegar el mangazo de aprender que aquí esas calesas que os habéis inventado son los coches de caballos de toda la vida y que en Sevilla no hay más calesas que las calesitas de los cacharritos...