ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Invasión de veladores

Antes que borren la memoria de la ciudad y todas las calles acaben llevando nombres de imágenes cofradieras (lo que puede ocurrir, al paso friqui que vamos), del nomenclator se sacan muchas enseñanzas. Por ejemplo, que los mapas de Google son unos guasones. ¿Pues no que el Puente del Quinto Centenario aparece en Google Maps como "Puente del Paquito"? A cambio, allí a la calle Pilar Bardem le siguen llamando General Merry, nombre que se debió reponer tras ver el piciazo biográfico que pegaron los revanchistas de la Memoria Histórica, que en su odio confundieron la guerra civil con la de Cuba.
A Poniente y a Levante de la Catedral el callejero nos enseña lo que ha sido, fue y será la defensa de la ciudad contra su destrucción. Hay dos calles que es como si ahora les pusieran una avenida a los cafres que están levantando la Torre Pelli y otra a los del Túmbala. La destrucción de Sevilla en el XIX y la resistencia ciudadana a ser destrozada dejó sus huellas en el callejero a entrambos costeros de la Catedral. A Poniente, desde 1866 usurpa el nombre de la Calle de la Mar el del alcalde don Juan José García de Vinuesa, que se hartó de derribar puertas y murallas. Y a Levante, la antigua Borceguinería fue rotulada en 1893 en memoria del teólogo y decano de Filosofía y Letras don Francisco Mateos Gago (1827-1890), la voz más valiente que se alzó contra la municipal destrucción de la ciudad, algo así como hoy en día el arquitecto Fernando Mendoza contra la barbaridad de la malhadada Torre Pelli que nadie quiere parar. O como la Duquesa de Alba, que se pronunció públicamente contra el sevillanicidio de Cajasol la otra noche en la propia sede de An Cá Pulido, que tiene más mérito, diciendo que no quiere que nada le quite a la Giralda el protagonismo en el cielo de Sevilla.
Pero vamos con Mateos Gago... si nos dejan pasar los veladores. Yendo la otra tarde por allí camino de la Academia me fijé en la cantidad de demagogia que se ha hecho en Sevilla con la defensa del peatón. ¿Era en realidad defensa del peatón o ataque al coche? Porque el peatón está bien jodidete cuando tiene que pasar por la calle Mateos Gago, y nadie lo defiende. Para un peatón pasar por las aceras de Mateos Gago es como aquella película de Brian de Palma y Tom Cruise:"Misión imposible". Los voraces veladores de las paellas para turistas y del cigarrito al aire libre para fumadores indígenas han dejado las aceras de Mateos Gago, ya de por sí estrechitas, sin sitio para el peatón. Dos peatones no se pueden cruzar en ellas. Uno ha de echar necesariamente pie a tierra y ponerse a andar por la calzada, entre la doble fila de coches aparcados. Y ni te cuento la absoluta imposibilidad de que una madre pase por las aceras de Mateos Gago con su carrito de niño chico. Tienes que ir por medio de la calle, a pique de un repique de que te pille un coche o te arrolle una moto.
Todas esas organizaciones demagógicas, tan progres ellas, que dicen que defienden al peatón, ¿no tienen nada que decir sobre esto de no poder pasar por las aceras de Mateos Gago? Y quien dice Mateos Gago dice Santa María la Blanca, y tantas y tantas calles convertidas en comedores al aire libre, sin un palmo de acera sin sillas y mesas. El Ayuntamiento, aparte de cobrar la tasa de ocupación de la vía pública, ¿por qué no ve si los veladores dejan sitio para los peatones o no? ¿Cuántos veladores han plantado en las aceras de Sevilla? Más que naranjos. En Sevilla hay 31.306 naranjos callejeros. Nada, al lado de la cantidad de veladores que han plantado en las aceras. Y casi todos en Mateos Gago. Espero que en Semana Santa los quiten, porque si no, allí puede ocurrir una desgracia.

 

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