Perdida en el
25-M toda esperanza de caída del Régimen, esta desolación de
la quimera de una Junta gobernada por el Frente Popular de
Perdedores formado por los socialistas de los Eres y los
comunistas ansiosos de sillones es como lo de Ingrid Bergman
y Humphrey Bogart en "Casablanca", pero sin París: siempre
nos quedará la jueza Alaya. Por no salir de "Casablanca", la
jueza Alaya es nuestro avión de Lisboa. Y la verdadera
imagen de la Justicia. Cuando pintan a la Justicia, sale muy
desfavorecida. A la Justicia la pintan como una señora gorda
con una balanza, como si estuviera vendiendo melones, y con
una túnica como las que se pone Montserrat Caballé para que
no se le note que está como una foca. Ah, y con una venda en
los ojos. Punto de la venda en los ojos y de la túnica que
nos confunde bastante. Nunca sabemos si es la Justicia o es
la muchacha vestida de Fe que sale en la hermandad de
Montserrat el Viernes Santo con un cáliz en la mano en lugar
de la balanza de pesar sandías.
Para mí la verdadera imagen de la Justicia, encarnada en una
señora, en un pedazo de señora, es la jueza Mercedes Alaya.
Ni la modelo más profesional supera la elegancia de la jueza
Alaya cuando desfila por la pasarela. Por la autèntica y
verdadera Pasarela, con mayúscula: por la plaza de don Juan
de Austria, la de la fuente de las Cuatro Estaciones, camino
de su juzgado. Arrastrando su pesada maleta de ruedas con
los papeles de la leña sumarial. No habla. No hace
declaraciones. No se pavonea. A la fe la pintan ciega y a la
Justicia, en el retrato de esta magistrada que la honra cada
día, la vemos muda. ¡Igualito que los jueces-estrella,
igualito que el exhibicionista vanidoso y ególatra de
Garzón!
Si Alaya es para nosotros la Justicia, lo que no es de
justicia es el linchamiento a que la someten en algunos
ámbitos, lo que largan de ella desde el poder. A esta señora
de 48 años, de tan impresionante fachón a pesar de ser madre
de cuatro hijos, vestida con gusto pero sin lujeríos, le
levantan calumnias, la ponen poco menos que a sueldo del PP.
¿De dónde saca fuerzas para interrogar chorizos al Jerez en
sesiones de mañana, tarde noche y madrugada, y sin cobrar
horas extras? Para ella no hay ningún régimen laboral
especial que le permita un mínimo descanso en su tarea
titánica y que la puede tumbar, porque está más sola que la
una. ¿No hay sindicato que la ampare? ¿No habrá nadie que
apoye en su labor a esta mujer? ¿Es que no hay en Sevilla ni
siquiera un compasivo cirineo que le ayude a llevar la
maleta de ruedas a los juzgados? Esa maleta de ruedas se
está convirtiendo en símbolo de una cruz que arrastra sola,
entre insultos, burlas y paparazis que sólo la esperan para
hacer su foto diaria sin un ápice de compasión en su
soledad. Con la jueza Alaya me acuerdo de otros jueces y
fiscales que pasaron por semejante calvario: Marino Barbero,
Fungairiño, Liaño. Se enfrentaron al poder empujados por una
conciencia estricta y el sentido del deber. Apechugaron con
su trabajo y su destino, y lo pagaron caro. Ninguno ha
recibido la gratitud del pueblo al que sirvieron en esta
España ingrata, desmemoriada...y trincona.
El único aldabonazo en las conciencias durmientes está en
Facebook, donde existe un "Club de Fans de la jueza Mercedes
Alaya". Óooooole. Cuando ayer de mañana me lo encontré
venturosamente en Internet, ponía: "A 2.257 personas les
gusta esta página. 468 personas están hablando sobre esto".
Pocas me parecen. Hoy, que es 1º de Mayo, habría que decir:
"Apuntémonos todos en la lucha final, digo, en el Club de
Fans de la Jueza Alaya".
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