Contra lo que se
cree, Su Majestad el Rey no cazó su primer elefante en
Botsuana o en Kenia. Lo cazó en Santiago de Chile, que tiene
mucho más mérito. Y no de safari, palabra que por cierto ha
sido desbancada en todo el escándalo afro-paquidérmico por
la más hispana y castiza expresión de "cacería de
elefantes". Aunque aseguran que el elefante que cazó el Rey
en Santiago de Chile en 2007 durante la XVII Cumbre
Iberoamericana de Jefes de Estado no era un elefante, sino
un gorila, disiento. Ahora está malito y anda de quimio y
radio en La Habana, pero en Santiago era completamente
elefante. Y cuando Su Majestad vio que ese elefante andaba a
trompazos dando por saco más de la cuenta con el sagrado
nombre de España, se echó la escopeta verbal a la cara y le
descerrajó la frase que ya ha hecho Historia: "¿Por qué no
te callas?".
Trátase de una frase multiusos. Lo mismo le sirvió al Rey en
2007 para cazar un elefante venezolano, que la aprovecha
Rajoy en 2012 para su cacería de aguafiestas en el presente
velatorio de la economía nacional que en paz descanse:
abróchense los cinturones y pongan el respaldo de sus
asientos en posición vertical. En la clausura del congreso
del PP de Madrid, Rajoy rompió a hablar. Si, Rajoy habla
poco últimamente quizá porque el PSOE habla más de la
cuenta. Y les dijo solemnemente a las Valencianos y
Valencianas, a los Rubalcabas y Rubalcabos: "Lo mínimo que
pueden hacer es callarse".
Que traducido resulta: "¿Por qué no te callas?". Ese no es
el problema. El problema no es que se callen los del PSOE.
El problema es que hablen los del PP y explicoteen las
cosas, lo que están haciendo, lo que no tienen más remedio
que hacer. El problema es que alguien, el Rey mismo, que ya
tiene práctica en la frase, le debe decir a Rajoy: "¿Por qué
no hablas?". En el discurso que gloso (aunque esto no sea
glosa emilianense ni silense), Rajoy, como digo, rompió a
hablar, e hizo lo que muchos de sus votantes esperan: que le
largue al PSOE por lo menos la misma leña marismeña que le
endiñan a él en funciones de tarde y noche y echando a la
gente a la calle. Dijo: "Ahora se oponen a todo, se oponen a
las reformas; no entienden, o no quieren entender que para
salir del pozo hay que hacer lo que ellos no hicieron. Hay
que hacer exactamente lo contrario de lo que ellos
hicieron".
El PP tenía que hablar más. Y más claro. Repetir como repite
el PSOE el dale-que-te-pego del argumentario del día. Tenían
que decir que todo esto de los recortes y las reformas es
porque Zapatero tiró el dinero en derroches, despilfarros y
patochadas. Igual que Serrano Súñer se asomó un día a un
balcón y dijo "Rusia es culpable", Rajoy tenía que salir en
el balcón de cada telediario para decir: "Zapatero es el
culpable de cómo estamos y de las medidas que tenemos que
tomar para arreglar cómo nos dejaron esto". Palabras como
las que dijo en el triunfal congreso de Esperanza Aguirre
tenían Rajoy y todos que repetirlas como los buenos
tratamientos con antibióticos: desayuno, almuerzo y cena.
Traduzco: en el telediario de las 7 de la mañana, en el de
las 3 de la tarde y en el de las 9 de la noche. Todos los
barandas y barandillas del PP, por toda España, la Cospedal
en Toledo y Arenas en Almería, Soraya donde le toque y
Montoro donde esté, repitiendo como loritos las verdades que
no supieron explicar y que la gente desconoce: que todo esto
tan impopular y tan fastidioso es la rastra que nos dejaron
los que ahora dicen que autoritariamente los mandan callar.
Los del PSOE calladitos, desde luego, están más guapos. Pero
no se callan ni debajo del agua, y hacen bien. Rajoy, tan
callado, está feísimo. Y la cosa, con este silencio cobarde,
más fea todavía.
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