ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Corpus en San Onofre

Que no saque Zoido tanto pecho, porque en Sevilla hay muchos alcaldes. Según mis cuentas, por lo menos cuatro. Está el Alcalde de Caballos de la plaza de los toros, cargo transmitido de generación en generación, como todos los de los empleados del coso. Está luego el Alcalde de los Negros, que es el hermano mayor de la hermandad de Los Negritos. Y está el otro alcalde de la Plaza Nueva. Sí, en esta Sevilla dual por barroca, en la Plaza Nueva hay dos alcaldes: uno en la que fue Casa Grande de San Francisco, elegido por los sevillanos. Y el otro, sin salir de la isabelina Plaza Nueva, plaza vieja para mí y para Juan Antonio Cavestany, en otro de los restos que allí se conservan del que fue cenobio franciscano y luego gran plaza romántica. El otro alcalde de la Plaza Nueva está en la capilla de San Onofre, que quedó embutida en la ordenación arquitectónica del XIX tras el derribo del Convento Casa Grande de San Francisco y la urbanización de su huerta. El otro alcalde de la Plaza Nueva es el hermano mayor de la Hermandad de las Ánimas de San Onofre, al que de antiguo dan el título de Alcalde. Fundada en época fernandina, este hermandad tiene algo que solucionaría la pesadez de ver pasar tantísimo nazareno en Semana Santa: númerus clausus, ¡oh, maravilla! Sólo 40 sevillanos, 40 pueden ser hermanos de San Onofre, y esos puestos, como si fuera una Real Maestranza de las Benditas Animas del Purgatorio, pasan con probanza de padres a hijos.
Entren, entren en la capilla de San Onofre, perfectamente disimulada en la arquitectura civil de la plaza, en cuya fachada un mármol reciente y reluciente proclama bajo una Custodia: "Adoración Eucarística Perpetua". Entren, entren y sientan. Silencio de manifiesto del Santísimo en el colegio, con los largos velos blancos de las niñas en el patio de la Doctrina Cristiana. Silencio de monumento eucarístico conventual el Jueves Santo en las Capuchinas. Desde fuera se oye el tranvía, los gritos de los niños que juegan, los pájaros que cantan al atardecer en las altas palmeras. Dentro, silencio de Sevilla pura. La Sevilla de la Loca del Sacramento. Una Sevilla secreta e impoluta, de cera roja y chaqués, de palios para Su Divina Majestad, de procesión pascual de balcones colgados con mantones de Manila y colchas nupciales.
Y en el silencio, la memoria me canta el viejo himno del Congreso Eucarístico de Madrid de 1911: "Dios está aquí,/ venid, adoradores, adoremos/a Cristo Redentor". Cantemos al Amor de los Amores, porque Dios está permanentemente, desde noviembre de 2005, en esta Custodia de San Onofre, noche y día, invierno y verano. Y 600 voluntarios vienen a adorarlo, a cumplir turnos de vela. Como una guardia de armas a lo divino en esta garita recoleta que preside la Purísima, escoltada por San Fernando y San Hermenegildo en el barroco retablo mayor de Bernardo Simón de Pineda.
Entro en San Onofre, en el atardecer de pájaros y palmeras, y hay como veinte o treinta fieles arrodillados. Portagayola de la adoración a Dios sacramentado, una larga cambiada al laicismo. ¿He dicho cuerpo de guardia de los adoradores? Quizá mejor Corpus de guardia. A mí el interior de la capilla de San Onofre, donde Dios se echa a Cuerpo en este interior de Sevilla con Custodia, me ha olido a juncia y a romero. Si siempre es Domingo de Ramos en el bronce de la palma de la Giralda, siempre es Corpus de juncia y romero en la secreta, callada, valiente adoración de la Custodia, Arfe en miniatura, seises sin violines, uva y trigo de la fe, en la capilla de San Onofre. Ya se han callado los pájaros. Hace un frescor de mañana de chaquetas blancas. Ahora se oyen las campanas de la Giralda y hasta suena "Corpus Christi" en la Banda de Soria...


 

Para buscar dentro de El RedCuadro

 
    

 

Correo Correo

Clic para ir a la portada

Biografía de Antonio Burgos


 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España. 
¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio