Muchas veces he recordado aquí el título genial del olvidado
Enrique Jardiel Poncela, autor que tanto citaba el también
olvidado Manolo Barrios: "¿Pero hubo alguna vez once mil
vírgenes?". Me he acordado leyendo lo del plantón que los
rectores de Universidad le dieron al ministro de Educación,
Ignacio Wert. (Por cierto, tengo que preguntar a Antonio
Fontán Meana si el ministro es primo de su madre, de
aquellos Meana Wert que vivían en la calle Abades esquina a
Guzmán el Bueno, en la casa que hoy es de los Marqueses de
Salvatierra, que se escriben así y se pronuncian Rafael
Atienza y Soledad Becerril.)
Yo no sé si hubo alguna vez once mil vírgenes, pero en
España hay algo más insólito: 72 rectores, 72. Y si hay 72
rectores es porque hay 72 universidades. !Qué barbaridad!
¡Más que provincias! Lo sorprendente no es que los rectores
plantaran al ministro de Educación con tan poca ídem, sino
que fuesen 72 los magníficos y excelentísimos señores
plantantes. Y que al igual que el "mare, a la puerta hay un
niño más hermoso que el sol bello", mare, a la puerta había
72 coches oficiales más hermosos que el sol bello. Pero no
se crea usted que eran Ford Fiesta, no: el que no era Audi
es porque era BMW, y el que no era BMW, era Mercedes.
Así me explico la deuda española, así me explico la prima de
riesgo, así me lo explico todo. ¿Tiene España posición como
para mantener 72 universidades entre públicas y privadas? El
problema no son los recortes de presupuestos, de dotaciones
académicas o de profesorado. Había que haber empezado por no
poner tantas Universidades de la Señorita Pepis. Y ya que se
cometió la locura, haber comenzado por recortar la propia
existencia de tantas Universidades, cerrar unas cuantas
docenas. No creo yo que en ningún país rico se permitan
estos lujeríos de tener una universidad en cada capital de
provincia y en alguna, como en Sevilla, dos: la Hispalense
de toda la vida y la Olavide, la Universidad del Régimen
mimada por la Junta. ¿No hubiera sido mejor dejar la Olavide
como estaba, de Universidad Laboral, impartiendo cursos de
formación profesional en esta España donde sobran
licenciados en paro y faltan electricistas buenos?
Claro que como las desgracias nunca vienen solas, en el
mismo día en que nos enteramos que tenemos al absurdo de 72
Universidades, 72, con 72 rectores y échele usted un galgo
al número de decanos y vicedecanos, de catedráticos y de
profesores titulares, nos dice AENA que en materia de
aeropuertos no andamos a la zaga. ¿Usted sabe cuántos
aeropuertos hay en España? Pues casi tantos como
Universidades: 47 aeropuertos. Cada provincia quería su
universidad y su aeropuerto, y lo malo es que se los
hicieron, cuando apenas teníamos posición para mantener la
Complutense y la Hispalense, y para mantener Barajas y San
Pablo. Como ese absurdo del aeropuerto de Ciudad Real, que
llaman "aeropuerto peatonal" pues no tiene aviones, y que se
ve desde el Ave, a mano derecha conforme se sube hacia
Madrid. ¡La falta que haría en Ciudad Real un JFK en
pequeñito, con Barajas a menos de una hora en Ave!
Menos mal que en este rinconcito de la Baja Andalucía no
hubo muchas locuras aeroportuarias, salvo el absurdo
histórico de mantener San Pablo y La Parra, Sevilla y Jerez,
cuando distan tres cuartos de hora por autopista el uno del
otro. Menos mal que Perico Rodri no se hizo un aeropuerto en
Huelva y menos mal que Gutiérrez Limones no se hizo otro
aeropuerto en Alcalá de Guadaira.
-- Porque no se lo propuso, usted. Porque si Limones se
propone hacer un aeropuerto en Alcalá, ¡vamos que si se lo
hace su amigo Zapatero!
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