ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


¿Un señorito?

 Esto es lo más grande del mundo. Un señor que levanta un partido, que lo saca de las catacumbas de la nostalgia del franquismo y lo lleva a los libres aires de la democracia; que durante años y años, sin desaliento, se las tiene tiesas con el Régimen casi absolutista creado por el PSOE en Andalucía tras el error, inmenso error de la UCD en el referéndum del 28-F... Sigo: un señor que renueva totalmente ese partido, que se deja la piel por esos caminos andaluces, de modo que la veredita verde entre Huelva y Almería no cría hierba... Un señor que ha sido vicepresidente del Gobierno con Aznar y su ministro de Trabajo, y que cuando llegó el PP al poder por vez primera se encontró con que en las arcas de la Seguridad Social no había dejado Felipe González ni un duro y no se podían pagar las pensiones, pese a lo cual buscó el dinero, se calló la boca, no creó alarma alguna y España siguió funcionando... Esperen que hay más: un señor que gana las últimas elecciones autonómicas de Andalucía, y que saca 1.567.207 votos, (el 40,66%), lo que le supone 50 diputados, frente a los 1.523.465 votos (el 39,52%) y los 47 diputados del PP... Bueno, pues este señor, en la España que vivimos, resulta que es un perdedor. Pero no un perdedor cualquiera. Un perdedor al que ve la gente llorando por los rincones, tras hartarse de coles recibiendo pésames y puñaladas por la espalda de sus propios correligionarios y de sus desilusionados votantes. Incluso de los votantes más extraños que ha habido en el mundo, que son los votantes del PP que no fueron a votar, los votantes comodones y abstencionistas de una lamentable e ignara derecha andaluza que, total, como esto estaba ganado, el 25-M se quedó en su casa, pero que no vea usted cómo el mismo 26 de marzo empezó a largar contra Javier Arenas.
Sí, Javier Arenas es este señor que va que escarba al Guinness Book de las situaciones políticas más raritas, insólitas y extrañas. Lo que a Arenas se le exigía era como si en la Eurocopa, para que España le gane a Irlanda el jueves, hubiera de ser por una mínima de 5 a 0, si no, no vale. Y la renuncia de Arenas es como si Del Bosque tuviera que dimitir porque le ha ganado a Irlanda "sólo" por 3 a 0. Hablamos mucho del absurdo sistema electoral español, de los pactos de perdedores que forman gobiernos, y ese sistema tiene víctimas. Arenas es una víctima más que se cobra nuestro sistema electoral. Si aquí gobernara el que gana las elecciones, el que saca más votos, a estas horas a Arenas le dolería el culo de estar sentado en el sillón de presidencia de la Junta de Andalucía. Pero forzado por las dos B que mandan en España, Bruselas y Berlín, Rajoy se tuvo que poner a hacer recortes como los locos en plena campaña electoral andaluza. Recortes contra Arenas. El más cruel recorte que tuvo que hacer Rajoy era la hierba bajo los pies de Arenas de cara a las urnas. Así no se puede cantar saetas, que decía Beni de Cádiz. Y Arenas tuvo que cantar el solitario ayayay de su opción de libertades para Andalucía teniendo frente al aparato de un Régimen omnipotente y a su propio partido gobernando en Madrid a base de pisar callos de los que habrían de votarle, un partido incapaz de comunicar nada. Y encima, sentado para siempre en la foto del betunero del Palace, en el tópico del señorito andaluz que le cuelgan incluso los suyos del PP. ¿Señorito Arenas? Si es así, se trata del señorito que más ha trabajado del muuuuuuuundo. Señorito, señorito, lo que se dice señorito, Felipe González, que anda por ahí de montería económica y de casoplones con los millonetis del universo y encima lo hacen Hijo Predilecto los mismos correligionarios de Arenas del PP.


 

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