Cuando España empezó a tirar el dinero a troche y moche con
la Exposición Universal de 1992 me inventé una unidad
monetaria de medida del despilfarro: el pellón. Tomaba su
nombre del hombre de Felipe González en la Expo. De Jacinto
Pellón, ingeniero montañés de Dragados, a quien González
envió a su tierra con plenos poderes porque no se fiaba de
sus paisanos. Tanto dinero derrochó el tío que inventé el
pellón, que equivalía a 10.000 millones de pesetas
despilfarrados en inversiones no productivas. Bueno, sí,
bastante productivas algunas para los del convoluto, la
mangoleta y el por aquí te quiero ver.
Ahora acabo de inventarme otra unidad monetaria de medida.
La unidad de medida del despilfarro o malversación de los
que durante el referido Felipato eran "fondos reservados" y
por cuyo mangazo a discreción más de uno pisó la cárcel,
perdón, "ingresó en sede carcelaria", que es como se debe
decir correctamente en tertulianés y en politiqués.
Esa medida monetaria de la malversación impune de fondos
públicos es el dívar. Inspirado, naturalmente, en el
dimitido presidente del CGPJ y del Supremo, que es igualito,
igualito que Alfonso Paso, incluso con el título de "Enseñar
a un sinvergüenza", que yo creo que iba por Garzón. El dívar
suena a moneda mucho más que el pellón. Suena a dinar: a
dinar tunecino, a dinar iraquí a dinar argelino. ¿A cuánto
está el dívar? Ahí vienen las diversas cotizaciones. Como
usted sabe, y venganzas filogarzonianas aparte, derrochar el
dinero público no es lo mismo si lo hace un progresista o si
lo hace un conservador. De ahí que igual que existen el
dólar canadiense y el dólar americano, el dinar tunecino y
el dinar argelino, hay un dívar conservador y un dívar
progresista.
El dívar conservador está a 12.996 euros. Esa fue la
cantidad que según recentísima sentencia absolutoria del
Supremo se gastó Carlos Dívar en lo que le salió del
níspero. Pues es sabido que el CGPJ tiene unas normas
internas por las cuales sus vocales, miembros y miembras se
pueden gastar el dinero público en lo que les salga del
níspero, sin tener que justificar nada. Otras fuentes
indican, empero, que el dívar conservador está a 28.000
euros, que fue la cantidad que el titular de la nueva moneda
se gastó entre 2008 y 2012 en 32 viajes caribeños a Marbella
y otros fines de semana con encanto. Tirado. Nos salió cada
fin de semana largo en Marbella para dos personas, en hotel
de 4 estrellas, a...¡875 euros!. Baratísimo. Vamos, yo que
Isidoro Alvarez, fichaba a este tío como director de Viajes
El Corte Inglés, qué virtuoso en sacar ofertas baratitas de
fin de semana, ni las de Groupon.
Eso es el dívar conservador, que está baratísimo. Otra cosa
es el dívar progresista, que está mucho más alto de
cotización. Como quiera que los 20 vocales y el secretario
del CGPJ se han gastado en 2011 cerca de 500.000 euros en lo
mismo que Don Carlos, pero en plan amiguetes de Garzón,
resulta que el dívar progresista está a 22.441 euros por
cabeza. Pero a éstos no les dicen nada, porque despilfarran
impunemente el dinero público de un modo absolutamente
progresista y, además, que es lo importante, le comen en la
mano a Garzón.
Miren ustedes: el problema no es el señor Dívar. El problema
es que exista el dívar: que unos tíos puedan gastar el
dinero público en lo que les plazca pegándose viajes de
ensueño, sin tener que justificar nada. Y los que se han
gastado en sus viajazos muchos más dívares que Dívar siguen
en el machito, sin que dimita nadie... Vamos, que como Frau
Merkel se entere de la existencia del dívar, nos saca del
euro. El dívar generalizado es la causa de la ruina que
tenemos en todo lo alto. De lo que tienen que rescatarnos es
del dívar.
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