ANTONIO BURGOS | MIS MEJORES RECUADROS


Catacumbas béticas

 Ya estábamos en Segunda. Los tinerfeños disparaban cohetes, que sonaban sobre el cielo de Heliópolis como si estuvieran pasando las carretas de Dos Hermanas camino del Rocío. Todo estaba perdido, menos la afición. Y fue entonces que el árbitro de cuyo nombre no debo acordarme pitó el final del partido, que se elevó el grito, la ola, el clamor, el sentimiento, lento y solemne como una retirada honrosa, largo y emocionado como un adiós: "Beeeeeetis, Beeeeeetis, Beeeeeetis". ¿Habrá que decirles que me emocioné oyéndolo? No solamente me emocioné oyéndolo, sino que me volví a emocionar cuando la otra mañana se lo contaba a Rogelio, el hijo de Trifón:
--Mira, Rogelio, y cuando más fuerte sonaba el grito era cuando el partido estaba ya perdido y estábamos en Segunda: "Beeeeeetis, Beeeeeetis, Beeeeeetis".
Yo sé que a Rogelio se le pusieron los vellos de punta sin que me lo dijera. Porque con el cuchillo de cortar jamón en la mano, el honroso cetro que recibió, con el beticismo, de su padre, me dijo:
-- ¡Eso es lo más grande del mundo…¡
Y me contó la historia de Trifón. A Trifón, que el Betis tenga en la verde yerba de su gloria, le dio un ataque muy malo al corazón y lo llevaron más muerto que vivo a la clínica del Sagrado Corazón. Estaba allí el pobre Trifón con una sonda nasal, con los cables del electrocardiograma, con otra sonda hacia el estómago, con el suero puesto... Un verdadero desastre clínico. Pero era domingo, y jugaba el Betis con el Valencia, y fue entonces aquel paradón que el mismo Kempes aplaudió. Y sonó el grito, "Beeeetis, Beeeetis, Beeeetis". El montañés Trifón, medio en coma, lo oía, y no sabía si es que estaba ya en la misma gloria. Y fue que le preguntó al enfermero:
-- ¿Dónde estoy?
-- En la Clínica del Sagrado Corazón... -- Sí, yo sé que me ha dado una cosa, y que me han traído muy malo, ¿pero dónde está esto?
-- Pues junto al campo del Betis --le dijo el enfermero--, mire usted…
Y descorriendo un visillo, Trifón pudo ver la tribuna de su Betis en toda la plenitud de la gloria. Y no sólo recobró el conocimiento con la alegría del sonido de victoria que traían aquellos gritos, sino que aquella misma noche le pudieron quitar el suero, la sonda y todas las gomas y los cables. La cercanía de la gracia había sanado a Trifón. Digo esto para demostrar algo que ha quedado claro en estos días amargos del descenso a Segunda: al Betis le queda su afición, sí, y al Betis le queda ni más ni menos que algo tan grande como su propia mitología literaria, alimento de la afición. Hay que ser fieles para dejar la playa un domingo de julio, con la que estaba cayendo, y venir a Heliópolis y, después de presenciar el mayor mitin que ha pegado el equipo en los últimos dos o tres siglos, tener todavía ánimos para, una vez terminado el partido, hacer la protestación de fe que era ese grito largo, pausado, como un coro trágico que acompañara a un personaje marcado por la desgracia en su derrota y muerte: "Beeeetis, Beeeetis, Beeeetis". A mí me sonaba aquel grito como el cántico de los cristianos perseguidos en las catacumbas de la Segunda División, pero con todo honor y toda gloria. Los gritos de Heliópolis estaban volviendo a escribir el verso macho de Miguel Hernández: "Como el toro me crezco en el castigo…" Allí estaba el Betis, crecido en el castigo, un mito en pie, una literatura de escritura automática. Vendrán, señores béticos, tardes de gloria. No hay mal que cien años dure ni Retamero que lo resista. Vendrán esos días. Esos días de gloria están ya ganados desde las catacumbas, el calor de fuego de aquel purgatorio del domingo de julio, donde Rommel atacaba de nuevo en el desierto. Quien ante la adversidad tiene esa fe en el grito colectivo, es que existe. El Betis existe, pleno y honroso, que yo lo he oído el domingo, desde las catacumbas de la calor. Tenemos afición. Tenemos mitología. Porque sabemos que el Betis es una filosofía de vida, un sentimiento trágico en esta tierra alegre... El Betis es Bécquer puro, porque tiene "alegre la tristeza y triste el vino".


 

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