Me
sumo con toda satisfacciòn, porque es de justicia, a la
campaña de exaltación y exégesis del Tío Malaje Sevillano y
especialmente de los camareros malajes que con tanto éxito
como tenacidad, "inasequible al desaliento", que es lo suyo,
viene realizando mi admirado y leído Euleón, tanto en su
crítica de bares de ABC como en su colaboración en el
programa de Paco Robles en ABC Punto Radio, donde usa su
seudónimo de Eusebio León, tan naranjero como el Duque de
Montpensier. Sostiene Euleón que el tío malaje está
infravalorado en nuestra ciudad y en la propia imagen de
Sevilla. Tiene toda la razón. Deberían existir estadísticas
que aseverasen el pálpito del crítico. Se demostraría así
científicamente que, pese a la imagen tópica, en Sevilla hay
más malajes que tíos simpáticos. Euleón encuentra los
malajes mayormente como camareros detrás de una barra o con
la bandeja, pero haberlos, háylos en todas las esferas y
estamentos. Sevilla ha tenido más alcaldes malajes que
simpáticos. Monteseirín era un malaje. Manuel del Valle, ni
te cuento, siempre con cara de dar un pésame. Rojas Marcos
quería hacerse el simpático, pero era bastante malaje. ¿Que
como es Zoido? Pues yo creo que justo al revés que Rojas: un
simpático con actuaciones cuarto y mitad de malajes.
¿Qué es el malaje, me preguntas con Bécquer, que era otro
malaje que tenía "alegre la tristeza y triste el vino"? Pues
el malaje, con jota, viene en el Diccionario de la Academia:
"And. Dicho de una persona: Desagradable, que tiene mala
sombra". O sea, lo contrario de la buena sombra, de la
gracia. ¿Es Sevilla la Ciudad de la Gracia, como la llamó
José María Izquierdo, otro malaje? ¿O es más bien la Ciudad
del Malaje? Y de la Guasa del Malaje. En Sevilla se produce
una mezcla explosiva: el malaje con guasa. En el gorigori de
Juan de Dios Pareja-Obregón alabé su guasa con gracia. Que
es lo opuesto a la guasa con malaje. Que es la de los
camareros que se encuentra Euleón y nos amargan la vida. Que
quizá sean más distintivos de Sevilla que la gracia
profesional del simpático. Yo prefiero muchas veces un
malaje de verdad mejor que eso que abunda tanto en Sevilla
que es el simpático profesional, modelo Los del Río, ojana
total. Hay simpáticos que quieren hacerse tan simpáticos
que, dando la vuelta al círculo, devienen en malajes. die
acierta a saber en qué lugar lo dijo exactamente don Miguel
de Unamuno, del mismo modo que no sabemos dónde dijo
Villalón que "el mundo se divide en dos grandes partes,
Sevilla y Cádiz", y que no le supe precisar al profesor
Moreno Alonso la otra tarde doceañista que me lo preguntó en
la Real Academia de Buenas Letras. Unamuno, aunque
cascarrabias malajoso profesional, era un hombre educado.
Por eso dijo lo de "sevillanos, finos y fríos". Que, si no,
habría dicho: "¿Los sevillanos? Unos malajes horrorosos.
¡Qué pedazos de siesos maníos!".
El malaje sevillano no tiene nada que ver con la mala follá
granadina. Aquí el malaje imprime carácter a la ciudad. La
Historia de Sevilla se ha construido a base de malajás más
que de simpatía. La Torre Pelli es la gran malajá actual.
Hay que reivindicar urgentemente esta condición malajosa de
la ciudad y sus vecinos. Hay que hacer, Euleón, la nómina
completa de las cofradías malajes, que las hay a manojitos,
malajes de capa y malajes de cola. De los toreros malajes,
como Morante. De los famosos malajes. De los médicos malajes.
De los abogados malajes. Sevilla tiene barrios malajes, y
calles malajes, y edificios malajes, y templos malajes, y
tradiciones malajes, y muchos capillitas malajes. Citaba
arriba a Bécquer. ¡Pues anda que Cernuda...! Menudo malaje
estaba hecho Luis Cernuda. Nada, nada, hay que hacer la
defensa del malaje como algo muy sevillano, Euleón. Y lo
digo yo, que de malaje ando bastante bien despachado. Anda
que no. No ni ná.
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