El alcalde, que no está puesto a dedo, sino respaldado por la mayoría absoluta de los sevillanos que le dieron su voto para que gobernara la ciudad de otra manera, dice que el Ayuntamiento no negociará con los huelguistas de Lipasam si no cesan los actos vandálicos. ¿Pero que le han hecho los antiguos vándalos al alcalde para que los compare con esta pandilla de facinerosos urbanos, que no sólo están dañando la imagen de una ciudad que vive mayormente del turismo, sino la fama de los sevillanos? Cualquiera que pase por una calle con tantísimas guías de páginas amarillas esparcidas por el suelo como tiraron intencionadamente los huelguistas, pensará que los sevillanos somos los más guarros del mundo. Los sevillanos somos guarretes, pero no hasta el punto de poner la ciudad como la tienen estos cafres, que intencionadamente sacan las bolsas negras de plástico de las papeleras y de los contenedores, y las esparcen por el suelo. ¿Contra el Ayuntamiento? Eso dicen ellos, pero en realidad esta huelga política es contra los sevillanos. Y contra las más elementales normas de higiene y salubridad públicas.
No, señor alcalde, los vándalos no eran así. Los vándalos no cobraban los sueldos del Servicio de Limpieza, donde hay barrendero que gana más que un ingeniero de proyectos en Abengoa. Los vándalos eran al fin y al cabo unos germanos, paisanos de la Merkel, que vinieron a Andalucía y les gustó tanto que se quedaron aquí una temporaíta. Una cosa así como los antiguos alemanes de Matalascañas, pero en el siglo V. Lo que les pasa a los vándalos es que no tienen gabinete de imagen y no se gastan un duro en publicidad, por eso tienen tan mala prensa. Pero no eran como los huelguistas de Lipasam ni mucho menos. Serían brutos, pero no guarros ni con tan malas ideas insufladas por los apesebrados liberados. Hasta el punto de que la ciudad de Carmona está tan orgullosa de los vándalos de verdad, no de los falsos vándalos de Lipasam, que se proclama la Estrella de Vandalia y está orgullosísima del mote.
Me escama en lo de la limpieza que durante todos los años en que gobernó Sevilla el PSOE en unión de IU no hubo una sola huelga. Y ahora, como cantaba el cuarteto del Peña en "Tres notas musicales": "Ay, qué casualidad,/una huelga en Lipasam/ igualito que en Jerez,/lo mismito que en Graná". Esto es lo sospechoso: que parece que hay como un calendario sindical de huelgas políticas de limpieza en las capitales andaluzas gobernadas por el PP: de Granada a Jerez y a Sevilla y tiro porque me toca. ¡Mira como a la Junta no le hacen huelgas! ¡Mira lo calladitos que estaban, barre que te barre, cuando en Sevilla gobernaban los suyos! ¿Por qué no quemaban entonces contenedores y reventaban papeleras? No, las huelgas, contra el PP, y que se jodan los sevillanos, por haber votado a Zoido, que aprendan.
Ayer venía aquí en ABC la foto de un viandante tapándose las narices... ¿Ante los contenedores hasta las trancas de basuras? Sí, pero yo creo que se tapaba las narices también, como hago yo ahora, ante un sistema sindical que huele tan a podrido como las basuras que hace que se acumulen en las calles. Bueno, o que las tiran ellos mismos por las calles. ¿No multan al vecino que baja la basura antes de la hora, o al que tira porquerías fuera de las papeleras? ¿Por qué no multan, pues, a los huelguistas que intencionadamente han llenado Sevilla de inmundicias, rompiendo las bolsas y tirándolas por el suelo?
¿Empresa Municipal de Limpieza? Ahí sí que hacía yo una limpia buena... ¡Le daba un flete bueno! Pero vamos a dejar tranquilitos a los vándalos, que no eran ni de Comisiones ni de UGT, ni tenían liberados aleccionados para coger a los sevillanos de rehenes y organizar, siguiendo consignas, este riesgo contra la salubridad pública, como antes hicieron en Granada y en Jerez.