Estrellado el HA-200 Saeta que pilotaba el comandante Tejedor, ¿cuántos ejemplares quedan de esta histórica reliquia no sólo de la Aviación española, sino de la industria aeronáutica de Sevilla? Si no es así, que alguien me corrija, que para eso están las Cartas al Director, pero me parece que uno de los poquitos Saetas que quedan es el que está convertido en monumento, como una sirena varada o un águila con las alas recortadas, a la entrada de la urbanización de La Motilla, en la antigua Nacional IV a su paso por las estribaciones de Dos Hermanas. ¿Hay más Saetas en estado de vuelo?

He dicho industria aeronáutica de Sevilla y debo matizar: es la fábrica de aviones de Triana, La Hispano Aviación. Esto de que Sevilla sea punta de lanza en la industria aeronáutica no es nuevo. Ahí está la historia de La Hispano Aviación, de Construcciones Aeronáuticas; ahí están el vuelo del "Jesús del Gran Poder", la llegada del dirigible del Conde Zeppelin, el primer puente aéreo militar que se estableció con Tablada desde el Protectorado de Marruecos en julio de 1936... Pero, sobre todo, ahí está la Triana de La Hispano Aviación. Hay una novela por escribir (¡tuya es, Eva Díaz Pérez!), y es cuando Herr Willy Messerschmitt, el alemán que fabricaba los aviones de la Luftwaffe de Hitler, el de los famosos cazas que llevaban su apellido en la Batalla de Inglaterra, viene a Triana y se pone a diseñar aviones militares para España. De esa escuela es el Saeta, segundo de una serie de "aviones de propulsión a chorro", como se les llamaba entonces a los reactores: "De chorro libre que corta el aire", cantaba la letra del Tanguillo de las Divisas en "Bienvenido Mister Marshall".