ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


¿Quién manda en Sevilla?

En la Transición se hablaba mucho de los llamados "poderes fácticos". Señores y grupos de presión que no había elegido nadie ni se habían presentado a las elecciones, pero que mandaban tela en España. Citaban a los curas, a los militares, a los banqueros. En el continuo bolero de las dos cruces que escuchamos siempre en Sevilla, "ya todo aquello pasó, todo quedó en el olvido". Los militares, ya ven: en posición de firmes y primer tiempo de saludo, cumpliendo la Constitución y aguantando todos los recortes que quieran pegarles, incluidos los que le dan a Sevilla en todo el bebe de las fábricas del Airbus Military y del blindado Pizarro. Los curas, ni te cuento. Hasta el consejero de Cultura de la Junta se permite decir en una entrevista de la competencia que se les va a caer el pelo a los curas como no abran a los turistas las iglesias que han sido declaradas monumentos. Y de los banqueros, pues ya te contaré, si el que no ha sido rescatado ha sido indultado... El único poder fáctico que creo yo que queda es el Lobby Gay de la Cultura y la Televisión, pero vamos a dejarlo ahí, porque no vean cómo se las gasta el Insigne Gremio de la Piompa.

Cuando funcionaban esos poderes fácticos, mandaban tela sobre el Ayuntamiento. Cantábase que al alcalde Mariano Pérez de Ayala lo impuso el Cardenal Bueno Monreal: "Sevilla es mariana/por excelencia,/Mariano es su alcalde/por Su Eminencia./¡Vaya salero,/hay que ver la influencia/que tiene el clero!". Cuéntase que, salvo ese baculazo, los alcaldes se elegían en los sillones del Aero Club, desde donde los señoritos de Sevilla, según la leyenda, le decían a Franco a quién tenía que poner de alcalde. En cuanto a lo que mandaban la Banca y las grandes empresas, recordaré sólo un hecho: el derribo de edificios monumentales en El Duque.

Gracias a Dios ya no hay poderes fácticos que le digan al alcalde democrático y constitucional lo que tiene que hacer. Pero hay algo peor: Junta de Andalucía, en manos de sus adversarios políticos, erigida en oposición municipal y dando por saco en todo lo posible. A veces hay que pensar que en Sevilla no manda Zoido, sino la Junta de Andalucía. Que el poder local no está en la Casa Grande de San Francisco, sino en el Palacio de los Montpensier.

Lo digo por lo de la multa al Alcázar, que manda huevos: una cesta de huevos a las monjas de Santa Clara para que no llueva. Así que la socialistona y juntera Comisión Provincial del Patrimonio, nido de paniaguados, que no le dijo ni pío a Monteseirín cuando autorizó que perpetraran contra Sevilla la Torre Pelli, va ahora y le pone 500.000 euros de multa al Ayuntamiento por unas obras menores que hizo en el Alcázar...¡la anterior corporación! ¡La de ellos! ¿Por qué no multaron a Monteseirín directamente en su momento y tenemos los sevillanos ahora que pagar esa multa? Y digo yo: si por unas obras menores en plan "poyaque" en el Alcázar ponen medio millón de euros de multa, ¿cuánto deberían haber puesto por el crimen de la Torre Pelli, y por dejar levantar Las Setas, y por desnaturalizar la Puerta Jerez, y por autorizar las mamarrachadas de la Plaza del Pan y de La Alfalfa, y por...(siga usted poniendo barbaridades)?

Y quien dice la Junta, dice la Unesco, que se mete hasta en los charcos de Sevilla. Y lo más curioso es que me parece que el personal, los votantes que le dieron la mayoría absoluta a Zoido, contempla estas cosas como lo más normal del mundo: que la Junta se harte de prohibirle cosas al Ayuntamiento que los sevillanos nos dimos democráticamente. Yo que Zoido, cada vez que la Junta me dijera una de estas cosas, le respondía: "¡Tequiyarcarajo, Griñán!". Porque le recuerdo a Zoido, por si lo ha olvidado, que los sevillanos le dimos la mayoría absoluta y 20 concejales, 20.

 

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